EL PIBE QUE ARRUINABA LAS FOTOS

Sin saberlo, este es un libro cuyos pasajes ya tenía yo en la cabeza antes de leerlo. Todo gracias a haber escuchado al autor en sus participaciones radiales contando las anécdotas e historias que forman parte de él como cuentos o relatos individuales. Y creía que formaban parte de alguna de las habituales colecciones de cuentos del autor. Por ello me sorprendí cuando supe que este no es un libro de relatos, sino una novela. ¿Una novela? Y sí, es una novela. Y lo que hace que sea una novela no es precisamente una narración lineal o un arco argumental único ya que el libro va pasando por diferentes geografías, tiempos y personajes que interactúan con el Hernán literario, sino que hay una fina y muy bien trabajada manera de ir hilando la narración para que todo discurra y progrese sin que sea de manera abrupta. Pero lo que le da carácter de novela principalmente es su tema y la sensibilidad que la rige. Una sensibilidad relativa a la paternidad en particular y a los vínculos en general. Y es que la novela está impregnada sutilmente de la figura de Roberto Casciari, padre del autor. Y esa relación dispara todo un universo retórico que nos conduce a la emoción y a la posibilidad de pensar el devenir vital. Hernán Casciari es un escritor desprejuiciado e irónico que logra emocionarnos y hacernos pensar sin perder nunca un matiz si se quiere humoristico y sarcástico y, con ello, logra una complicidad inmediata con el lector. Y esa su gran virtud: lograr construir una obra de calidad y profunda, sin recurrir a "pedanterías intelectuales", galimatías, ni oscurecer demasiado su discurso. En palabras del autor: "Siempre busqué desarrollar —y varias veces lo confesé en entrevistas o sobremesas— una literatura intermedia, una forma de narración que pueda ser disfrutada por dos grupos muy claros de lectores que, para mayor desafío, no suelen leer las mismas cosas. Por un lado las personas que leen mucho, por el otro aquellos que leen poco, o nada". No vamos a cuestionar al autor, será entonces literatura intermedia; agregemos solamente que es cálida, profunda, sensible, graciosa y muy disfrutable. Y de paso, te conduce a la emoción y a la reflexión... casi nada.

Mi historia con Casciari es rara porque yo soy fanatica de él, conozco la mayoria de sus cuentos y sin embargo este es el primero de sus libros que leo. La razón de ésto es que todos los miercoles por la mañana es parte de un programa de radio en Argentina llamado Perros de la calle, ahi relata sus cuentos. Este es de mis preferidos y conocerlo trae la particularidad de que al leerlo es como si lo escuchara a él y su voz tiene una cadencia muy especial. Hernan tiene un humor particular, no es para todos, es inteligente, acido y muy argento, pero a la vez fácil de entender. En esta ocasión soy imparcial pero me encanta. Chichita es una cosa de locos.

Creía que leería algo que me haría reír, pero no es lo yo pensaba. Lo dejaré para un futuro.

Hernán Casciari (Mercedes, 16 de marzo de 1971) a estas alturas es una figura ampliamente conocida, el proyecto Orsai por ejemplo o algunos de sus cuentos relatados por el habiéndolo escuchado a través de la radio. Es decir Hernán Casciari no me era alguien extraño. Si embargo por esas cosas de las lecturas, lo fui postergando hasta que un día leí este libro, que ya tiene 10 años de haber sido publicado, podría haber elegido otro y la verdad que escribe en forma genial, al menos este libro lo es y la capacidad de repartir en dosis adecuadas la comedia con el drama y conformar, creo yo, al lector exigente, como aquel que lee pocos libros por año. Por una cuestión generacional me siento muy cercano a lo que escribe y tiene una forma de hacerlo, muy argentina, no sé si lectores de otros lares son capaces de entender todo lo que escribe, creo que al menos lo intuyen. MUY RECOMENDABLE

Sin desperdicio!