En el siglo XVII una procesión de curas peregrinaba cada noche hasta Las Hurdes para exorcizar la zona de los malos espíritus, torbellinos fantasmales y espectros demoníacos, que decenas de testigos juraban haber visto en la zona. Al mismo tiempo, la academia francesa, obedeciendo órdenes de Luis XIV, aseguraba en un informe o# cial que el paraíso terrenal podría encontrarse en aquellos valles. Desde entonces, a caballo entre el cielo y el in# erno, la comarca fue marginada por las autoridades, generándose una leyenda negra y sobrenatural.