«El tío Demetrio se está muriendo.» Una voz en el teléfono da pie a un viaje de desasosiego, de reencuentro y de desencuentro, a un retorno al pasado pero con los ojos del presente, a un darse cuenta de que lo que en nuestros recuerdos tiene un aspecto en los ojos reales lo pierde y encuentra otro menos alegre. Reflexión sobre la edad y el paso del tiempo, sobre la evolución y la pérdida de los afectos, sobre el viaje como introspección y escenario visible de lo que en el orden del pensamiento se presenta borroso y abstracto, El otoño siempre hiere constituye la visión personal de Raúl Guerra Garrido del desconsuelo ante un pasado ya ido, del lastre de los años, de la posible redención y recuperación a través de la escritura de algo del sabor de la primavera que no quedó del todo atrás. Raúl Guerra Garrido obtuvo en 2006 el Premio Nacional de las Letras Españolas y el Premio Castilla y León de las Letras.