El origen de la tristeza.Gabriel está dejando de ser niño. Crece en su barrio, El Viaducto, entre la villa Mariel, las vías del ferrocarril Roca y el arroyo Sarandí. Un país está dejando de existir. La infancia va quedando atrás entre tragos de vino, colectas para pagar por sexo, amistades probadas en el peligro y el miedo. En esta novela, con mucho de autobiográfico, Pablo Ramos exhibe sus extraordinarias dotes de narrador a través de una escritura luminosa y precisa, de ritmo apasionante, que sabe que el humor es más poderoso que la autocompasión y que, si se la deja vibrar, la vida se abre paso incluso donde no se ve el camino.
PABLO RAMOS es un gran escritor, escribe desde las tripas, creo que deja el alma en el texto.Si no lo conocen acérquense, lo que van a escuchar no es lindo, no es agradable, no es romántico, no van a poder permanecer indiferentes frente a su voz.Vi que este libro había sido reeditado en una hermosa nueva edición, lo cual no deja de ser un logro en esta época.Es un libro que tengo pendiente de releer.
El origen de la tristeza es un libro afilado, tanto en la punta como en el mango. Difícil no cortarse con semejante peligro. Toca todos los puntos y en todos los casos duele, porque nos habla de un pasado dónde, por más que ya la miseria mordiera con mucho dientes, todavía qeudaba la ilusión de un primer beso, de una noche de sexo aunque se aa cambio de monedas, de un vino robado con éxito. Los personajes recorren los relatos del libro (el más destacable para mí es el ´´ultimo, dónd eel acto final ya inaugura la tristeza de la que habla el título). Ramos tiene el don de acercarnos un mundo que es desconocido para muchos de nosotros con un talento que nos hace parte, como si siempre hubiéramos estado ahí, en el barro, en el peligro. Es posible reconocerse a regañadientes y no hay forma de escapar de sentirse parte de ese grupo de desesperanzados que aún no lo saben. Adoré el uso de los adjetivos, el tono fluído y coloquial y las descripciones con una poesía ruda y sin ornamentos. Gran libro
Lo volví a leer después de más de diez años y me rompió el corazón. No es solo la tristeza, es también la melancolía de ese tiempo donde se despedaza la inocencia. Es un libro para leerlo siendo hijo, y después siendo padre.
Para los que sufrimos de nostalgia crónica, este libro deja la sensación agridulce de la inocencia que se fue, de la adolescencia justo en el momento que empieza a doler fuerte. El 2do relato no pudo más que transportarme vertiginosamente a mi infancia, a la de los amigos del barrio, al barrio en sí, el barrio que es TODO el universo, y que más alla no hay mucho más. Por momentos StephenKingesco en Stand by me, termino mi reseña con esta frase: "Nunca más volví a tener amigos como los que tuve a los 12 años. Cielos, acaso alguien sí?"
El preludio de la obra más desgarrada y cruda de Ramos. En este libro Alejandro tiene veinte años menos, mucha más inocencia, temor y valor. Alejandro forma parte de un grupo, de un barrio, de una comunidad, con sus problemas, sus códigos, sus sueños. Es profunda, algo melancólica pero bastante imprescindible y si cerramos los ojos nos transporta a nuestro barrio, nuestra adolescencia, los amigos, la barra, las aventuras, la vida.