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Sinopsis de EL OLVIDO QUE SEREMOS

Biografía novelada de HECTOR ABAD FACIOLINCE. Un relato desgarrador y emocionante sobre la familia, que refleja, al tiempo, el infierno de la violencia que ha golpeado Colombia en los últimos cincuenta años. El 25 de agosto de 1987 Héctor Abad Gómez, médico y activista en pro de los derechos humanos, es asesinado en Medellín por los paramilitares.

151 reseñas sobre el libro EL OLVIDO QUE SEREMOS

Emotivo, realmente cargado de sentimientos, lleno de emociones y lo terminé con profunda nostalgia. Es un libro de un hijo que habla de su padre, solo que lo hace desde la admiración, el amor total, las enseñanzas que le dejó, los amigos que heredó, el recuerdo de quienes lo conocieron y lo más interesante pretendiendo ser objetivo. Se hace increíble la relación que formaron y como la educación fue el pilar que los unió eternamente, quiero agregar que transmite la necesidad de forjar relaciones así, me pregunto ¿Cómo sería la humanidad si existieran más padres así? Es desconcertante, incluso roza la ficción imaginar a un ser humano tan íntegro como Héctor Abad Gómez (padre) y como es natural el hijo se refleja sin notarlo de igual forma. Detrás de esta bonita historia, se puede apreciar gran parte del conflicto Colombiano y la manera dolorosa como seguimos escribiendo nuestra historia con la sangre de gente inocente que realmente lucha por cambiar este país.


Acabo de terminar este libro y tengo un sentimiento de vacío, literalmente. La historia, en realidad es una biografía novelada de Héctor Abad Gomez contada por su hijo Héctor Abad Faciolince, un niño con una infancia feliz que siempre vio a su padre como un héroe y como la mejor persona del mundo, o al menos, la más "Justiciera". Este libro nos narra de cerca la violencia vivida en colombia, y para aquellos que hemos crecido escuchando la historia no es nada nuevo, puesto que a pesar de que personalmente no me tocó de cerca (Afortunadamente), sí que conozco un poco de esto y he escuchado varias cosas, por lo que alguien que también la conozca un poco dirá que no les sorprende en lo más mínimo que en alguna época mataran personas por pensar diferente y tener la valentia de decirlo, es más, me atrevo a decir que aún hoy, esto no es nada del otro mundo, no es nada raro. Sin embargo, Héctor (Hijo) nos sumerge en su familia, nos entra a su casa y nos presenta su vida. Creo que esto es lo que hace mucho más emocional la historia para el lector, o por lo menos así lo fue para mí. Porque a pesar de saber lo que va a pasar (Ya que la misma sipnosis te lo dice), al final yo ya estaba con un nudo en la garganta y casi llorando. Lo cierto es que no es la primera ni la única ni por lo cerca la última persona que muere por sus ideales y por intentar cambiar las cosas, y de eso soy perfectamente consciente, pero esta historia sí me hizo vivir y sentir de cerca la violencia y la muerte.


Esto no es una novela, es un pellizco en el mismo centro del alma. A parte de bien escrito es de un sentimiento impresionante. La verdad donde más duele. Es que no tengo palabras, me ha dejado marcado. Es de estos libros de obligada lectura , y no soy de la opinión de obligar ninguna lectura, pero es que esto es ……. La base de la vida, el sentido de todo …. Cuando lo lean ya me dirán.


Usualmente los libros de memorias sobre los progenitores son quejumbrosos, andan a la búsqueda de hacer un análisis siquiátrico al padre o la madre porque aquellos fueron distantes, egoístas, caprichosos, en resumen, malos padres. Ese autor, lleno de baches en el alma y en la mente, intenta mediante la literatura hacer un ejercicio de limpieza que siempre suele ser un logro relativo y esquivo. El olvido que seremos, un notable cruce entre novela, ensayo y libro de memorias, es todo lo contrario. Es un canto elegiaco a un padre y a una familia, de parte de un hijo agradecido, y arranca de una manera que me parece realmente impresionante: “El niño, yo, amaba al señor, su padre, sobre todas las cosas. Lo amaba más que a Dios. Un día tuve que escoger entre Dios y mi papá, y escogí a mi papá.” Este es el inicio de la biografía del médico Héctor Abad Gómez: un extraordinario profesional y luchador social, que no era de este mundo, quién a sus 65 años, es cruel y cobardemente asesinado por la extrema derecha colombiana. Sobre este marco su hijo, Héctor Abad Faciolince, también nos narra la historia de una gran familia de la pujante clase media colombiana poniendo sobre la mesa el drama colombiano, y latinoamericano, de la pobreza, la desigualdad, la violencia política, la intolerancia religiosa y social, la falta de solidaridad y la absoluta falta de escrúpulos de algún tipo de las capas altas y gobernantes colombianas. Novela notablemente narrada, que nunca cae en los extremos dramáticos (brillantes las narraciones de la muerte de una de las hermanas del autor y el asesinato de su padre), ni tampoco en el pesimismo. Mención aparte merece la investigación sobre el poema de Borges que da título a este libro. Y así como tuvo un gran arranque, la novela tiene un gran final en una íntima conversación con el lector: “Y si mis recuerdos entran en armonía con algunos de ustedes, y si lo que yo he sentido (y dejaré de sentir) es comprensible e identificable con algo que ustedes también sienten o han sentido, entonces este olvido que seremos puede postergarse por un instante más, en el fugaz reverberar de sus neuronas, gracias a los ojos, pocos o muchos, que alguna vez se detengan en estas letras.”


Todavía estoy conmocionado. No sé cómo Héctor Abad Faciolince ha sido capaz de escribir algo así, tan sumamente bello y doloroso, sin la trampa del sentimentalismo. Es toda una declaración de amor, el reverso de "Carta al padre" de Kafka. "El niño, yo, amaba al señor, su padre, sobre todas las cosas. Lo amaba más que a Dios. Un día tuve que escoger entre Dios y mi papá, y escogí a mi papá". Además, es un testimonio de la vida de un gran humanista y del dolor ante una muerta violenta, denunciando ese fascismo organizado que sacudió Latinoamérica en los años 80. Pero a su vez es una novela confesional hasta el tuétano, sin que se otorgue la absolución, una búsqueda desesperada de la escritura como terapia. A Machado le encontraron en el bolsillo de su abrigo un último verso, "estos días azules y este sol de la infancia". Y al papá de Héctor los famosos versos de Borges, "somos el olvido que seremos...bajo el indiferente azul del cielo". Un poeta con mirada retrospectiva, otro consolándose en el inevitable salto al vacío, un mismo cielo. Y tu padre, gracias a esto que te has extirpado, está, como ellos, más cerca de esa bella mentira llamada eternidad.


Lazarillo de Tormes escribe su autobiografía a “Vuestra Merced” con el fin de justificar su desdichada existencia. Héctor Abad, en un ejercicio de catarsis política, literaria y moral, así como en una crítica social a la Colombia del narcotráfico, destina sus palabras, también desde la autobiografía, a la memoria de su padre, asesinado en Medellín, con el fin de evitar la condena “al polvo y al olvido”, al que ya aludieron Quevedo o Góngora o el mismo Borges, de quien toma el autor uno de sus versos para titular el libro. Por ello, hace partícipe a los lectores desde el testimonio de Héctor niño, lo cual confiere una inocente ternura a todas las páginas, como es propio de esa temprana edad, sin ser aún muy consciente del tópico del «tempus fugit». Porque “El olvido que seremos” somos todos: esa relación que tuvo sus años felices y no funcionó, esa amistad que se enfrió, esas personas que llegaron a nuestras vidas y pronto se fueron, nosotros en la memoria de los otros. En fin, el consabido verso de Neruda, “es tan corto el amor y tan largo el olvido”. Si la literatura cumple una doble función, «docere et delectare», esta obra lo supera con creces: tarde y media me ha durado entre las manos. Y, por supuesto, no puede tener mayor bagaje cultural: entre sus páginas se reconocen autores como Nietzsche, Goethe, Borges, Jorge Manrique, Quevedo y Góngora, sin faltar la Biblia como obra capital de la literatura occidental.


De la no ficción pasé a historias más cercanas, aunque igual de tristes y marcadas por la violencia y la muerte, que viven todavía en la memoria de los colombianos, porque se repiten en este país como en una especie de retorno infinito y terrible, historias como la que se cuenta en “El olvido que seremos”, una novela testimonial escrita por Héctor Abad Faciolince, que me regaló Fernando hace varios años pero que por circunstancias diversas había postergado hasta hoy. La obra tiene varios ejes temáticos muy bien definidos y pienso que excelentemente desarrollados: El amor profundo que une a Héctor con su padre; los recuerdos familiares de la infancia, de los años juveniles, en los que ese padre sabio y afectuoso va moldeando la personalidad del escritor; el relato desgarrador sobre la injusticia social y la violencia política en Colombia; y en cierta forma, la búsqueda de una comunión con el lector, a través de la cual se transmite en cada párrafo un doloroso alegato frente al terror como mecanismo de represión y de control político, señalando la complicidad del estado en la ejecución de la peores atrocidades, ante la indiferencia de una sociedad silenciada con el hambre, la pobreza y la ignorancia. Desde los hechos narrados, la situación del país ha cambiado muy poco: seguimos padeciendo diariamente, cada hora, las penas y desgracias de esta guerra civil no declarada que dura ya más de setenta años y que se intensifica por la oscura presencia del narcotráfico en medio de las desigualdades sociales, económicas y políticas tan características de nuestra nación. La novela recapitula varios de los trágicos episodios que ocurrieron en los años ochenta y noventa, como consecuencia de los enfrentamientos entre el estado, los carteles de la droga, los paramilitares y la guerrilla, que cobraron miles de vidas entre líderes sociales, civiles, dirigentes políticos de todas las corrientes, profesores, activistas de derechos humanos, campesinos, policías, militares, periodistas, deportistas, religiosos y hasta médicos, incluido el mismo doctor Héctor Abad Gómez, cuyo único pecado fue alzar la voz por los derechos fundamentales de las personas y comunidades más pobres del país. Mario Vargas Llosa dijo de esta novela que “es una historia verdadera que es asimismo una soberbia ficción por la manera como está escrita y construida”, e indiscutiblemente el Nobel peruano tiene toda la razón, Héctor Abad Faciolince nos narra estas memorias de su vida, sus recuerdos familiares más queridos, tratando la realidad con una sutileza que paulatinamente borra sus límites, hasta involucrar al lector personal y emocionalmente con los hechos contados; es posible a firmar entonces, que si alguien lee El Olvido que seremos, dejará la última página con la misma sensación de tristeza y pérdida de quien escribió cada palabra, ahí radica su gran valor literario y humano.


Al leer ‘El olvido que seremos’ de Héctor Abad Faciolince narra las memorias de su padre Héctor Abad Gómez, quien fue asesinado a mano de paramilitares por la labor social que abanderaba en defensa de los derechos humanos, denunciando las alianzas que se comenzaban a formar entre agentes del gobierno y grupos al margen de la ley. La novela está dividida en temas que marcaron la vida de la familia Abad Faciolince: la religión, el activismo del padre, los momentos felices y trágicos; pero hay un hilo conductor que los entreteje y es el amor incondicional de un hijo vs. padre. Es un relato lleno de mucha humanidad, sentimientos tan vivos desde el amor hasta la tristeza profunda que el autor a través de su prosa transmite al lector haciéndolo coprotagonista de la historia. Es innegable que la cruda realidad que vivimos enfrento esta familia es la misma que día a día viven muchas familias colombianas con la violación de los derechos humanos, la creciente violencia que se perpetra y ensaña de manera inimaginable en nuestro territorio, la persecución de líderes sociales, la libertad de expresión en todas sus aristas se ve silenciada de una manera brutal y primitiva, todo lo que tiene que ver con salud pública y prevención especialmente en las población vulnerable de Medellín, pero esta es una situación que se vive a lo largo y ancho del territorio, que aún tenemos que mirar de frente y en momentos vivirla en carne propia cuando se toma la decisión de levantar la voz para denunciar los asesinatos y torturas que quedan en la retina de la indiferencia e impunidad de las autoridades, luego estos ciudadanos van a ser etiquetados por los agentes del Estado y paramilitares como comunistas y guerrilleros. Este tema no esta en el pasado de nuestra sociedad aún está latente y carcomiendo las familias en el país, porque continuamos ese guerra injusta que deja un mar de sangre en nuestra historia.


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FRASES DEL LIBRO EL OLVIDO QUE SEREMOS

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