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Sinopsis de EL NARANJO
En este libro, Carlos Fuentes juega con diversos mitos –el conquistador conquistado, la atemporalidad de la historia– y recorre las obsesiones típicas de su literatura. El árbol del naranjo, así, no sólo es el hilo conductor de los cinco relatos o novelas breves que conforman este volumen, sino una síntesis de la obra de Fuentes y, al mismo tiempo, el libro con el que se cierra el ciclo narrativo que él ha llamado «La edad del tiempo». «En El naranjo se reúnen mis más inmediatos placeres sensuales –miro, toco, pelo, muerdo, trago– pero también la sensación más antigua: mi madre, las nodrizas, las tetas, la esfera, el mundo, el huevo…» CARLOS FUENTES
3 reseñas sobre el libro EL NARANJO
Cuatro historias co un hilo conductor, el naranjo, desde la hedonia de un viaje en yate, a la desoladora situacion de una ciudad sitiada, cada uno mejor que el anterior
En la plaza de Tlaltelolco se lee "... no fue triunfo ni derrota fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy". El naranjo es una reflexión sobre el significado de la conquista y la colonización de México, un atrevido análisis del caracter de dos pueblos a los que la historia les preparó un destino inseparable. A lo largo de cinco cuentos, todos relacionados por una constante "el naranjo", Carlos Fuentes, se introduce en la conciencia de distintas voces, todas distantes pero relacionadas por una historia común, una historia llena de contradicciones, ironías y pasiones que se encontraron en las playas del Atlántico y el Golfo de México, historias de héroes y antihéroes, historias de españoles, indios, mestizos, pólvora y obsidiana, de lenguas, dioses y mitos, historias, ante todo: del pueblo.
Me costo mucho seguir la narrativa de esta obra de Carlos Fuentes, no por falta de conocimiento a las historias que estan en el libro. La verdad que no soy de abandonar un libro, pero este ni lo dude.
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FRASES DEL LIBRO EL NARANJO
Nuestros rostros están rayados por el fuego, pero al mismo tiempo nuestras lenguas están surcadas por la memoria y el deseo. Las palabras viven en las dos orillas. Y no cicatrizan.
Nuestros rostros están rayados por el fuego, pero al mismo tiempo nuestras lenguas están surcadas por la memoria y el deseo. Las palabras viven en las dos orillas. Y no cicatrizan.
