No ha de turbar mi tumba el ronco vientoni la lluvia de inviernos sucesivos.Para dejar tus lirios sensitivosen vano buscarás mi monumento.No deseo la tierra como asientoni siquiera en la paz de los olivosni estar cerca del mundo de los vivoscuando acabe el sentir de cuanto siento.Una tarde estival, celeste y tibia,llevarás mi ceniza al mar latinoy, en sus ondas disuelta, prontamentellegará a Grecia, Italia y hasta Libia,buscará algún palacio submarinoo hallará su quietud en el Oriente.