Es preciso destruir el muy difundido prejuicio de que la filosofía es algo sumamente difícil por ser la actividad intelectual propia de una determinada categoría de científicos especialistas o de filósofos profesionales y sistemáticos. Es preciso, por tanto, demostrar, antes que nada, que todos los hombres son filósofos, y definir los límites y los caracteres de esta filosofía espontánea, propia de todo el mundo, esto es, de la filosofía que se halla contenida