EL MAGO BLANCO Y LA CARTA AMBICIOSA

PALOMA DOMINGUEZ QUEJIGO

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Sinopsis de EL MAGO BLANCO Y LA CARTA AMBICIOSA

París es el telón de fondo de ese microcosmos vital y mortal; un laberinto donde la desesperación afea el glamour y la belleza de la ciudad de las luces. Y de las sombras. También es el escenario de la desinhibición provocadora y de ancestrales mensajes codificados en su catedral y en sus iglesias. Los caballeros templarios galoparon por los campos de batalla, dejando jirones de su paso en los pilares que sostienen sus más emblemáticos y simbólicos templos. El lenguaje oculto en el arte. Los mensajes cifrados a través de la luz de las vidrieras. Liang Shui es una luchadora. Participa activamente en su vida, toma sus riendas. La cara opuesta a Philibert, un desertor de sí mismo para el que alcohol es la única tabla de salvación. La autodestrucción como mejor final. La luna y el sol. Liang Shui, el exotismo ajeno al París en estado puro, que la reta para que se integre o abandone. Y Philibert, parisino desarraigado, pintor marginado de la ciudad del Sena. En torno a estos dos puntales de la novela orbitan un mago albino, inseguro, condicionado por el vínculo fraterno con una hermana que nació «mal acabada»; una joven estudiosa del arte, un inspector de policía, un Pigmalión que proporciona a su pupila conocimientos como la mejor y también la única herramienta para abrirse camino. Madame Marchant, ejemplo de la ausencia de escrúpulos cuando el dinero llama a su puerta. Y otras estrellas que rutilan para componer el cosmos de El mago blanco y la carta ambiciosa. A este universo un asesino en serie, que no se considera tal, trata de ponerle cierto orden.

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