«Lo único que aprendí es que no hay nada que un hombre no pueda hacerle a otro, nada que un hombre no pueda hacer por otro.» Así recordaba un superviviente, años después, el horror nazi. Ms La compleja convivencia del bien y el mal en el género humano puso a prueba a aquellos que vivieron los tiempos críticos de la II Guerra Mundial. E/Jardín de /osJustos narra la vida de Moshe Bejski, un judío polaco que se salvó gracias a la intervención de alguien como Oskar Schindler. Temiendo la ingratitud de los supervivientes y la levedad de la memoria, Bejski inició una revolución ética al proponer el reconocimiento de quienes, independientemente de su situación e ideología, habían arriesgado sus vidas para salvar las de otros. Ideó la construcción del Jardín de los Justos en Jerusalén —donde se plantó un árbol por cada uno de estos héroes anónimos— y, enfrentando una dura oposición, luchó para honrar la memoria de miles de personas.
En su capítulo IX se lee: "Los testimonios de solidaridad con las víctimas eran el único instrumento para desvelar las potencialidades y la libertad del ser humano. Cuantas más historias de ayuda y de salvaciones se descubrieran y se dieran a conocer, más se demostraba al mundo cómo habría sido posible frenar la maquinaria del exterminio. La memoria del bien era para él la denuncia más radical y revolucionaria de la indiferencia y de la maldad que había rodeado al destino de los judios".
En su capítulo IX se lee: "Los testimonios de solidaridad con las víctimas eran el único instrumento para desvelar las potencialidades y la libertad del ser humano. Cuantas más historias de ayuda y de salvaciones se descubrieran y se dieran a conocer, más se demostraba al mundo cómo habría sido posible frenar la maquinaria del exterminio. La memoria del bien era para él la denuncia más radical y revolucionaria de la indiferencia y de la maldad que había rodeado al destino de los judios".