Después de haber sido rescatada, Helena la de Troya le aconsejaba a Menelao, su marido: Si quieres castigar a Paris por haberme raptado, está bien, cástralo. Se lo merece. Pero ojo: si vas a castralo, no te equivoques y córtale los dedos de las manos. Yo sé por qué te lo digo.
Denevi escribió estos cuentitos para sí mismo, por puro juego o placer. Por suerte alguien los editó en un libro! Denevi no parece argentino (siempre lo afirmé), pero ese es otro tema. En cuanto a El jardín de la delicias diré que no hay nada nuevo, sino recreaciones de mitos, leyendas e historias ya conocidas por casi todos nosotros a los que Denevi les agrega una pizca de picardía. Sí deseo resaltar dos libros de cuentos suyos que (otra vez ocurre) no se encuentran en la base de datos de esta red: “El emperador de la China” (reunión de cuentos realmente cáusticos) y “Falsificaciones” (otro libro de cuentos, desconocido para muchos, del que recomiendo especialmente la lectura del texto “La hormiga”, donde se narra que estos insectos inventan un vegetal artificial…) Se las dejo picando.