1. ALIBRATE
  2. RELIGIÓN Y FILOSOFÍA
  3. EL INQUISIDOR DECAPITADO

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Sinopsis de EL INQUISIDOR DECAPITADO

Tomas Moro (Thomas More) ha sido una figura excepcionalmente bien tratada por el cine y el teatro en obras como A Man for All Seasons. Ejecutado por orden del rey Enrique VIII, ya en el siglo XX, fue canonizado por la iglesia católica. Menos conocido es que la propia iglesia católica prohibió su libro más importante —Utopía— dado que defendía un modelo de sociedad comunista. Casi completamente ignorado es que Tomás Moro fue víctima directa de las fuerzas represivas que él mismo había dirigido. Tomás Moro comprendió mejor que muchos que la Reforma protestante significaba el final de la Edad Media y el inicio de la Modernidad. Precisamente por ello, no dudó en convertirse en torturador eficaz, feroz perseguidor de disidentes y ejecutor despiadado de los que no se sometían a la iglesia católica. Fracasó en su empeño y ese fracaso ayudaría a que Inglaterra de un destino más libre y próspero que el sufrido por las naciones sometidas a la Contrarreforma.

2 reseñas sobre el libro EL INQUISIDOR DECAPITADO

No poseo el conocimiento suficiente como para ponerme a rebatir algunos de los aspectos que plantea este libro, lo cual les debe resultar mucho más fácil a algunos de los usuarios de este sitio o lectores que son expertos en temas históricos, pero hay algunos aspectos que no coinciden con la perspectiva que tengo acerca de la vida y la persona de Tomás Moro, así que voy a enfocar la lectura más bien como una ficción histórica, que permite este tipo de licencias. El protagonista es sir Thomas More o Tomás Moro, como mejor le conocemos, declarado santo por la iglesia católica. El inicio del libro es crudo e impactante: Moro, resignado, nos cuenta las horribles torturas que le esperan; será ahorcado hasta perder el conocimiento, después lo reanimarán para cortarle el pene y metérselo en la boca, luego de lo cual le abrirán el vientre y arrojarán sus intestinos a un caldero de agua hirviendo, procurando mantenerlo vivo para que sienta el hedor; le arrancarán el corazón, lo decapitarán y después hervirán su cabeza y descarnarán el cráneo para exhibirlo. Semejante tortura era la acostumbrada para los acusados de alta traición, y es aún más pavorosa teniendo en cuenta que fue un importante funcionario que llegó a ser canciller del rey Enrique VIII, el mismo que lo ha condenado a muerte. Prosigue contando su feroz lucha contra los luteranos, a quienes no baja de herejes, y su papel a la cabeza de la Inquisición inglesa para combatir de manera implacable a quienes disentían de la iglesia católica, lo cual se halla en oposición con la imagen de conciliador con que nos lo han presentado anteriormente. Sin embargo, las cosas cambian radicalmente para él cuando decide oponerse al divorcio del rey y Catalina de Aragón, por lo cual eventualmente termina siendo acusado de alta traición. El cambio de postura de Moro se debe, entre otras cosas, a que una monja de apellido Barton tiene una visión en la que se le muestran cosas terribles que sucederán si el rey persiste en oponerse al Papa. De todas formas, la polémica está abierta, pues aunque algunos historiadores (como Vidal) sostienen que Moro participó y ordenó torturas, y que incluso se llevó algunos acusados para proporcionarles estas "terapias de persuasión" en su propia casa, otros argumentan que no hay evidencia de que se hubieran presentado estas torturas mientras Moro estuvo al frente de la Inquisición. Por otro lado, me ha puesto a pensar una vez más la postura oficial de la iglesia, ya que para esta institución la santidad es de un carácter incuestionable, porque la infalibilidad papal es una de las atribuciones del sumo pontífice, que le permite ser imbuido por el espíritu santo al momento de decidir acerca de la santidad de un candidato, lo que blinda esta decisión, que según ellos es siempre perfecta y exenta de error; es decir que Moro ha practicado las virtudes cristianos en grado heroico y se encuentra en el paraíso.


Es improbable que un humanista se dedicara a torturar y sabemos que algunas personas blasfemaban para que las juzgara la Inquisición y no la justicia real, porque siempre era mucho peor ese calabozo (y de hecho he leído que una cuarta parte de los condenados llegaba al patíbulo, los demás morían en la cárcel) así que no me extraña que MORO se los llevara realmente para interrogarlos en su casa y proteger sus vidas para que pudieran VOLVER al CATOLICISMO. Qué fácil es difamar a un muerto, como se ha hecho recientemente en una serie de tv británica, tanto miedo al santo.....


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