El rey va a casar a su hijo con una princesa rusa y prepara una gran fiesta en la que habrá de todo, incluso fuegos artificiales. En palacio reina la alegría, hasta los cohetes que serán lanzados durante la noche de la boda están encantados de estallar con motivo de acontecimiento tan feliz. Los petardos, la girándula, la traca, la bola de fuego desean iluminar el cielo con su pólvora de colores. Pero un cohete que presume de ilustres antepasados, dejándose llevar por la antipática vanidad, a punto está de aguar la celebración. El dibujante Miguel Ángel Martín ha elegido este cuento de Oscar Wilde para ilustrarlo a todo color y Catalina Martínez Muñoz lo ha vuelto a traducir al español para esta edición, como maravilloso regalo destinado a los lectores.
Acompañado de uno de mis hijos me he disfrutado este hermoso cuento, sin embargo en su inocencia me replica ¿por qué se tuvo que morir el cohete? Ja, ja, ja. ¡Pues sí! Así de entretenidos son los cuentos de Oscar Wilde, lleno de una variedad de personajes típicos de una historia de este autor, en este caso el principal fue un cohete, lleno de arrogancia, fanfarroneria y alarde, y que al final como era de esperarse se despide esperando quedar en las mentes de todos los presentes, pero pasó desapercibido, sin pena ni gloria, y que sea una lección para muchos, siempre nos espera un final. Wilde y su capacidad de crear personajes ficticios pero llenos de grandes verdades.
Oscaar wilde narra el orgullo de la nobleza desde la perspectiva de un cohete, y la actitud de grandeza que toman al confundir su posición de servicio con el poder autoritario, a tal punto que nubla su juicio frente a las diferentes realidades que le toca atravesar; la composición del pequeño cuento te hace querer estrangular desde el inicio al protagonista.
A veces tengo grandes conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que en ocasiones no comprendo nada de lo que estoy diciendo.
El amor no está de moda, los poetas lo han matado. Han escrito tanto sobre él que ya nadie les cree.