Estamos en 1995. Fernando Atienza vive en Barcelona donde, durante un tiempo, se gana la vida vendiendo drogas y vaga en compañía de yonquis y delincuentes. Este es el retrato de la Barcelona de los años ochenta; un escenario de música pop naciente y chutes a todo ritmo, sin distinciones de color o de clase social. Fernando ha conocido a Elsa, el gran amor de su vida, una yonqui de clase media que se convierte en compañera inseparable de nuestro narrador.