Huyendo de la devastación nuclear de las guerras que casi aniquilan la vida en Anthea, planeta del sistema solar, el extraterrestre de rasgos humanoides Thomas Jerome Newton aterriza en la Tierra tras años de adiestramiento y aprendizaje de las costumbres terrícolas con la misión de construir una nave espacial con la que trasladar a los pocos antheanos que sobrevivieron a la hecatombe y poder así asegurar la supervivencia de su estirpe. A pesar de su complexión extremadamente frágil y de una sensibilidad enfermiza a la gravedad y la temperatura terrestres, Newton posee una inteligencia muy superior a la humana, lo que le permitirá revolucionar el mundo con algunos inventos una película fotográfica ultrasensible, un insólito procedimiento de refinado de petróleo y convertirse en una de las grandes fortunas de la Tierra. Sin embargo, el contacto con los humanos, el desarraigo y una tendencia natural a la melancolía lo convertirán en un alcohólico y pondrán en peligro su misión. "El hombre que cayó en la Tierra" es uno de los grandes clásicos de la ciencia ficción y una subversión del tema de la invasión extraterrestre. A partir de una aproximación realista, teñida de la desazón del existencialismo de posguerra y la amenaza de la Guerra Fría, la novela insufla vida a uno de los alienígenas más frágiles y memorables del género. David Bowie interpretó al antheano en la versión en celuloide del libro, dirigida por Nicolas Roeg en 1976. A finales de 2015, poco antes de su muerte, Bowie compuso el musical "Lazarus", secuela de "El hombre que cayó en la Tierra", que se estrenó en Nueva York.
Este libro me terminó gustando mucho más de lo que esperaba, ya que al principio no me estaba quitando el sueño. PEEEEROOOO... cuando lo terminé sentí que me llenaba de una tristeza tan honda pero tan bella que me dejó el cuerpo pesado. Y creo que era exactamente lo que buscaba Walter Tavis: que al cerrar el libro una sensación de lástima invadiera al lector. Pero lo que me cautivó es que eso mismo es lo que sentímos con ciertos mitos y tragedias griegas. Como con la historia de Ícaro yendo hacia el sol, que es uno de mis mitos preferidos😍. Y todo esto no es casual porque en realidad Tavis recrea a un "Ícaro moderno". Y si me permiten, voy a hacer mitología en pantuflas para los que desconcen el mito: Ícaro era el hijo de Dédalo, el inventor que creó el laberinto donde encerraron al minotauro. Aunque, por ayudar a Teseo, el rey Minos lo condena a vivir encerrado en el laberinto junto a su hijo durante años. Hasta que finalmente, Dédalo idea una forma de escaparse: construye unas alas con las que huirán volando. Pero el padre le advierte dos cosas a su hijo: que por un lado no vuele demasiado bajo porque el agua del mar puede mojarles las alas, pero tampoco muy arriba ya que el calor del sol puede derretir la cera que utilizó para pegar las plumas. Y todo sale bien: ellos se escapan. Pero mientras volaban, cuando empezó a amanecer, Ícaro vió al sol, se deslumbró con su belleza y encandilado por la misma, terminó acercándose demasiado😥. Cayó al mar y murió ahogado. A mí este mito me parece tristísimo pero también hermoso. Y lo mismo me terminó pasando con este libro. El protagonista es un extraterrestre que proviene de un planeta que está muriendo, y que para salvar a los demás habitantes, emprende un viaje hacia un mundo hermoso que tal vez pueda acogerlos: la Tierra. Pero lo que empezó siendo un viaje por la salvación termina siendo una trágica caída, porque al igual que Ícaro, este pobre tipo se deslumbra por la cantidad de recursos que hay en la tierra y termina cayendo, cayendo y cayendo...al toparse una y otra vez con lo peor de nuestro planeta: la naturaleza humana. Somos una raza de mierda que merecemos la extinción y que nunca podremos salvarnos ni aunque tengamos la solución en la palma de la mano😕. Antes de terminar y sabiendo que la ciencia ficción no tiene tan buena prensa en alibrate, quisiera contarles que el libro puede ser leído por cualquier tipo de lector. Porque si bien el protagonista es un extraterrestre, la historia transcurre en la tierra y no nos habla de seres interplanetarios, sino de nosotros mismos. Un libro corto, de muy fácil lectura, que para mí necesita un cierto descanso. Hay que cerrarlo y pensarlo un poco. Cuando lo hagas, es probable que se te llenen los ojos de lágrimas.