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Sinopsis de EL HOMBRE MEDIOCRE

Trata sobre la naturaleza del hombre, oponiendo dos personalidades, analizando las características morales, y las formas y papeles que estos han adoptado en la historia, la sociedad y la cultura. Existen dos tipos de individuos sociales. El superior y el otro (el mediocre y el inferior). El hombre superior es aquel que se eleva por encima de las determinaciones de la naturaleza y de la sociedad y erige su propio destino. El hombre superior se aferra a una fuerza que él cree trascendente aunque no lo sea: el Ideal. La contrapartida de este sujeto social serian el hombre mediocre y el hombre inferior. Estos llegan hasta desdeñar todo lo ideal y todo lo agradable, en nombre de lo inmediatamente provechoso. Su ceguera mental les impídeles comprender el equilibrio supremo entre la elegancia y la fuerza, la belleza y la sabiduría. "Donde creen descubrir las gracias del cuerpo, la agilidad, la destreza, la flexibilidad, rehúsan los dones del alma: la profundidad, la reflexión, la sabiduría. Borran de la historia que el más sabio y el más virtuoso de los hombres -Sócrates- bailaba." Frase "El mediocre no inventa nada, no crea, no empuja, no rompe, no engendra; pero, en cambio, custodia celosamente la armazón de automatismos y prejuicios y dogmas acumulados durante siglos, defendiendo ese capital común contra la asechanza de los inadaptables." En ALIBRATE puedes encontrar las frases más importantes del libro el hombre mediocre de José Ingenieros. Este libro de Religión y Filosofía cuenta con más de 16 votos y 24 reseñas en ALIBRATE, en donde podrás disfrutar de una gran lectura con con la opción de comprar el libro el hombre mediocre en versión papel.

34 reseñas sobre el libro EL HOMBRE MEDIOCRE

Una obra difícil de catalogar aunque se considera dentro del género didáctico, acude a un sinnúmero de recursos de tipo ensayístico Eso no es lo importante, la importancia es el punto sociológico que Ingenieros utiliza para catalogar al hombre básicamente como idealista y mediocre.para poner de relieve esta diferencia, en su introducción explica lo que un hombre idealista posee de características, sobre todo la dignidad y la constante búsqueda de la verdad, a la cual nunca considera conseguida, siempre requiere continuar extendiéndola.Dentro de esta categoría menciona heroes, santos y genios, que han modificado, y lo seguirán haciendo , el curso de la humanidad.en contraposición, coloca al hombre mediocre como un individuo que tiende a la comodidad de recibir sin buscar, de alienar su pensamiento en aras del sostenimiento de la estructura social inamovible, señalando múltiples carencias mas que vicios como la envidia, la incapacidad de salir de lo ordinario, o la de aceptar prebendas a cambio de poco, pero que le prodiguen comodidad y cierto estatus, para ello hace uso de la picaresca francesa en la figura de Gil Blas de Santillana, novela de Alain Rene Lesange,Basada en ella hace un vasto recorrido por la función del hombre mediocre en la sociedad, como sustento de ella, de todas ellas que lo requieren para perdurar y mantenerse, pues este no solo no piensa per se, si no que se niega a hacerlo, como no sea colectivamente,Dividido en 7 capitulos, expone sus ideas respecto al papel de los valores morales, la envidia, la domesticación del hombre mediocre la mediocracia, el clima de la mediocridad , el papel de la vejez en la mediocridad, o el regreso a ella, y los valores del Ideal, con tres adendums, incluidos en lo que denomina el clima del genio : virtud, dignidad, intelecto y voluntad, a más de coincidencia de clima social y momento histórico Culmina con una pequeña Apología a dos grandes figuras argentinas, el eEscritor Sarmiento y el científico Ameghino. una obra para leer reflexionar y poner al alcance de quienes buscan un cambio, muchos cambios, pero sobre todo justicia e igualdad, que no son lo mismo “ justicia es igualdad para los iguales “ o bien “ La justicia en la desigualdad “ como parte de un régimen ideal.


El hombre mediocre es una obra para repensar el papel que cumplimos dentro de la sociedad, hay muchos aspectos para destacar, pero haré incapie en el que me ha llamado más la atención, la inteligencia en oposición a la mediocrasia, la idea de que el cerebro debe buscar la genialidad durante su juventud ya que en el momento de envejecer no puede ilustrarse sino lo ha hecho con anterioridad. Hay una frase que se me quedó grabada: " nacemos para crecer, crecemos para morir" considerando dicho proceso biológico debemos pensar quiénes seremos en la vejez.


Importante obra de Ingenieros que divide al ser humano, básicamente, en dos: el idealista y el mediocre. Muy dicotómico en su análisis, con pocos grises. Idealiza, valga la redundancia, a los idealistas. Insiste en visiones idealizadas, de derecha y hasta nietzscheanas sobre la superioridad de algunos hombres, las que no comparto. Así todo, el planteo central es claro y contundente sobre las motivaciones de cada ser humano y sobre la diferencia entre tener pensamiento propio y no tenerlo.


Es tajante Ingenieros en el libro. Nos brinda reflexiones profundas sobre el "Cada uno es como quiere" "Ah, dejalo, si no le importa el tema que no opine" Duras críticas a la inmoralidad de la tibieza, del no meterse en los conflictos, no pelear por lo que es bueno y justo. Ser una ameba en la vida es un sin sentido. Lo leí hace tiempo y tengo que volver a repasarlo. Pero creo que este libro es como el tango "Cambalache" que por viejo, no deja de ser contemporáneo.


No había otra mejor forma de definir y extender contundentemente la conducta del hombre, como lo hace José Ingenieros en esta importantísima deducción y análisis bien llamado "El hombre mediocre". La virtud que posa en los hombres es la que se ve en la sociedad y es de hombres nobles la virtud. Lo que plasma Ingenieros, la esencia vital de los ideales conducen a las formas plenas de progreso y riqueza moral e intelectual para combatir las anormalidades y descarriadas acciones como la corrupción, inmoralidad y mediocridad.


Excelente. Cuando prima la falta de esperanza en la humanidad ya sea por analizar los hechos históricos o la maldad que puede llegar a dominar al ser humano, este autor nos da una luz de esperanza bajo la premisa de que , históricamente, cuando la sociedad va mal, tarde o temprano irrumpe un ideal que producirá cambios que nos permitirán crecer hacia un mundo más virtuoso. Interesante las figuras del hombre mediocre y por el otro lado el de genio y/o santo. Es un libro muy profundo y vale la pena leerlo con detención.


Este libro debería ser obligatorio en las escuelas: los argentinos estaríamos mejor en todo sentido, pero sobre todo, en el sentido ético. Una maravilla.


Ingenieros desnuda valerosamente la sociedad y descubre una jerarquía significativa en el hombre social: existe uno superior, otro inferior y uno mediano, entre los dos extremos. Lo que diferencia a cada uno de ellos es su disposición interna frente a la vida en sociedad, para posteriormente realizar acciones externas, terrenales, tangibles, motivadas y guiadas por aquella. El hombre superior, digno por su idealismo, es quien busca la perfección para la realidad, visiones que se transforman en ideales, haciéndose genio cuando los concreta con carácter y gallardía. En cambio, el mediocre, que es el eje de estudio de este ensayo, es aquel no idealista, no original, no pensante: no es alguien que logre a través del medio, sino que el medio se logra a través de él. Es volátil, es dependiente, es servil, es la mayoría. Aquél que mantiene la rutina, infestado del pensamiento y la conducta de la sociedad, del paradigma, del dogma general. El objetivo del autor no es venir a criticar la postura de este "equilibrio" de postura (el inferior es el inadaptado, la malformación de la evolución humana), entre inferior y superior, sino simplemente exponerlo sin escrúpulos, para juicio del lector, que en tanto contempla lo vil de este tipo de hombres se ve a sí mismo; frente al espejo. Todos, antes de leer esta obra maestra, somos domesticados. ¿Cómo no? Vivir en la sociedad es tener que vivir como ella diga, respetando los valores establecidos. Así nos jactamos de ser honestos cuando en realidad carecemos de virtud: solo escapamos el mal, pero no perseguimos el bien, pues el bien es buscar la perfección, confiar en el buen sentido (que es propio y original). Los honestos se quedan ahí: encadenados en la moral de las mayorías, es decir, en el sentido común. Sin ideales no se es digno, no se es superior: el ideal representa el progreso cuando se concibe en la mente de un genio, sea santo, héroe o filósofo. Acá el llamado es violento, pero loable: o me forjó los ideales, busco la gloria y mejoro mi tierra junto a sus habitantes, o soy un mediocre, vanidoso y hambriento de éxito, adicto al aplauso ajeno, que no es más que una frágil aprobación de una sociedad en potencial desarrollo, estancada en el arrastramiento humano histórico. No es para cualquiera el idealismo, ni mucho menos ser genio: la gloria se reconoce tardíamente, o a lo más, aunque no menos ocurrente, de manera póstuma, ya que significa adelantarse a su tiempo, atacando la mediocridad, la mentalidad de la mayoría. Prudhomme ganó el nobel en 1901, pero hoy todos leemos Guerra y Paz. La visión del argentino es increíble, prodigiosa. Esta debe ser una lectura imprescindible en los jóvenes, debido a que la ebullición creativa y de originalidad está en los corazones nuevos, no en lo viejos, tal como lo reconoce el propio autor. Sin embargo, yo creo que el estilo puede dejar a esta obra un poco en el olvido. Para un joven de entre 15-18 años este libro es más complicado de lo que debería ser. Sentarse a leerlo es un desafío, lleno de trabajo y esfuerzo, pero que vale la pena, ya que es capaz de despertar la pasión juvenil de una manera inconmensurable. Agradezco a mi ex profesor de historia de la secundaria, Octavio Ibarra, quien me obsequió este tesoro.


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