Ciudad de Ragz, Hungría, año 1757. Marc Vidal, ciudadano francés, escribe a su hermano Français Henri comunicándole la noticia de su boda. Se va a casar con la bella Myra.Un hombre despechado es capaz de cualquier cosa, su furia y su sed de venganza pueden ser implacables. Así era Wilhelm Storitz, un hombre despechado cuya pasión por Myra lleva a hacer un uso maléfico de sus poderes, la increible capcidad de desaparecer que le brinda una poción cuya fórmula ha confeccionado su padre, conocido alquimista.El hombre invisible o el secreto de Wilhelm Storiz es una obra en la que el paisaje romántico de la Hungría del siglo XVIII comparte protagonismo con la desdicha de una pareja de enamorados amenazados por la invisibilidad y la venganza.Esta obra de Jules Verne, precursor de las novelas de ciencia ficción, es ella misma una una sutil metáfora de la invisibilidad y la visibilidad, puesto que nunca la vio publicada en vida.
En esta novela póstuma de Julio Verne, que tanto dolor y pasión le causo darla a conocer, encontramos a un Verne, desvaído, no por el magnífico manejo de las letras, que siempre sería una de sus mayores virtudes, si no por el hecho de considerar esta obra como incompleta, inacabada o poco digna, muestra además un Verne más pasional, más humanizado, con un menor rigor cientifico, que deja de lado para dar rienda suelta a lo que siempre se negó, el amor, la renuncia y la fidelidad a el mismo Una de las pocas novelas fantásticas que escapan al apego científico pero que realzan la visión romántica exacerbada por la cercanía de la muerte de Verne, quien se consuela considerando que su obra lo hará perenne,, “ la muerte no destruye, tan solo vuelve invisible”
Libro publicado luego de su muerte, ya que su editor se negaba a hacerlo por su temática diferente al resto de su obra. Jules Verne nunca hubiese trascendido si no por sus libros plenos de aventuras que aún hoy despiertan interés. El secreto de W... es una historia total mente anodina y encasillada en su momento. La literatura francesa siempre soslayó a Jules Verne. Y en este caso, con mucha razón