En 1874, el sueco Hans Bengler, tras abandonar sus estudios de Medicina, decide marchar a África con a la intención de encontrar un insecto que nadie haya descubierto hasta entonces y con el cual hacerse famoso. Después de un penoso viaje por el desierto de Kalahari, llega a una estación de comercio donde lo acoge otro sueco, llamado Wilhelm Andersson, que se dedica a la caza de elefantes. Una mañana, Andersson trae consigo a un niño negro, que, al parecer, se ha quedado hueérfano. Impulsivamente, Bengler lo adopta y, como además ya ha encotrado el ansiado escarabajo, decide regresar a Suecia con el niño, al que le da el nombre de Daniel. Ya en la travesía de vuelta, Bengler se topa con las primeras dificultades y prejuicios hacia el niño. "Serás objeto de curiosidad, de desconfianza y, por desgracia, también de malevolvencia. La gente teme lo diferente. Y tu eres diferente, Daniel", trata de explicarle Bengler. Y en efecto, una vez en Suecia, la vida "civilizada" va aniquilando poco a poco a Daniel, que se siente solo y traicionado y ansía cada vez más volver a África.
“Cuando vio al niño en la piel de cordero, fue como si se viese a sí mismo. Aunque ignoraba por qué. Aun así, estaba seguro. El niño que yacía allí en el suelo era él mismo. Miró inquisitivo a Andersson, que estaba dándole instrucciones a Geijer sobre cómo debía amontonar los sacos de sal para evitar la humedad que, de forma extraordinaria, llegaba incluso a aquel remoto reducto del desierto. —¿Qué significa esto? —preguntó. —Me lo dieron a cambio de un saco de harina. —¿Y por qué está ahí? —No sé, en algún sitio tiene que estar. Bengler sentía crecer el enojo en su interior. Andersson ocupado con sus malditos sacos de sal mientras un niño dormía en el fondo de un sucio cajón.—¿Qué clase de persona cambiaría un saco de harina inerte por un ser vivo?”Uno de los primeros libros que conocí de este notable escritor sueco, por consejo, casi por imposición de una amiga y a partir de ahí leí prácticamente toda su obra, a excepción de las novelas juveniles que aún tengo pendientes.Es uno de sus libros africanos, para los que no conocen la obra de MANKELL, sus libros de dividen en suecos, africanos y Wallander.Yendo a esta obra, se desarrolla en el sur de África a fines del siglo XIX, y el relato amen de otras situaciones trata sobre la relación entre un naturalista y un adolescente nativo, el desarraigo, por un lado el desierto, por otro lado Suecia.Es un libro notablemente bien escrito.MUY RECOMENDABLE
Una historia muy cruda pero que te hace pensar mucho. ¿Cómo se sentirán los niños que son adoptados y luego llevados a países tan distantes del suyo, con un idioma y culturas tan diferentes? ¿Cuánto tardarán por comprender todo lo que ha pasado? A veces uno puede creer que está salvando a una persona o ayudando y en realidad la está matando de algún modo. Un buen libro, pero con algunos detalles feos e innecesarios.
Este es un libro distinto al estilo habitual del autor. Su trama es dura(hasta cruel) y no recomendable para <leer en la playa>. Profundiza en el alma de un niño negro forzado a desarraigarse (es un huérfano abandonado en el desierto de Kalahari) e insertarse en una sociedad blanca absolutamente ajena a sus vivencias. Para peor los blancos (la trama ocurre en 1878) actúan frente a este niño negro con prejuicios que hoy nos cuesta entender. Merece leerse pero no es un libro fácil.