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RELIGIÓN Y FILOSOFÍA

EL FUEGO SECRETO DE LOS FILOSOFOS

PATRICK HARPUR

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Sinopsis de EL FUEGO SECRETO DE LOS FILOSOFOS

`Es probable, dice Richard Tarnas, que nuestra cultura quiera no tanto avanzar cuanto volver a la antigua perspectiva, aunque con otra apariencia, e invertirse simétricamente una vez más: del hombre a Dios, de la independencia a la dependencia, de éste al otro mundo, de lo empírico a lo trascendente, de la razón y el hecho al mito y la fe, de una humanidad que avanza a otra caída. Y como la cosmovisión científica se aproxima a sus límites, dice Harpur, esto puede estar sucediendo ya. Estas cosas (y muchos otros avatares de la cadena áurea), por sutiles, hay que decirlas de modo que se entiendan, que encandilen, pero que no resulten locas, como hace este sorprendente libro.`Isidoro Reguera. Babelia. El País. Agosto 2006`... Es una de las muchas cosas que cuenta Patrick Harpur en un libro fascinante y lúcido más allá de toda ponderación: El fuego secreto de los filósofos`. Andrés Ibañez. ABCD de ABC. Junio 2006`El libro se plantea como un argumento abierto y el lector se desliza por él con la comodidad de quien participa, sin excesos dogmáticos, de un discurso instructivo, sugeridor. Y si el tema afecta al alma atribulada, mejor que mejor. La edición, muy cuidada`. Ricardo Martínez. Cuadernos del Sur. Mayo 2006

1 reseñas sobre el libro EL FUEGO SECRETO DE LOS FILOSOFOS

Cuando comencé a leer este libro, avanzaba mi escrito sobre “La Naturaleza del Mito más allá de la Mitología Griega”, describía entonces los tipos de mitos, sus funciones y cómo se han interpretado a lo largo de las épocas, según las diferentes escuelas, dogmas y estudiosos que los tratan. En esa línea de tiempo, me percaté que la “puerta de entrada” de la heurística de los mitos se dio por un medio incompatible con ellos, es decir: la razón. Filólogos de la talla de Max Müller, quien tiene todo el mérito de ser considerado el precursor de la mitología comparada y de presentar una base lingüística para su análisis, sin embargo, recurría al craso error de concebir el mito como “una enfermedad del lenguaje”, o sea, pretendía que los mitos habían sido creados por la humanidad debido al temor e incomprensión de todos los fenómenos naturales que rodeaban al hombre tribal y, ontologizándolos o deificándolos, podían así ser “explicados”. A medida que iba avanzando en la investigación, me di cuenta que los mitos no intentan explicarnos nada, por otro lado, comprendí otro axioma irrefutable: y es que los hombres no anteceden a los mitos, sino que el mito, como si se tratase de un alma que encarna luego a una unidad corpórea, preexiste en cada cultura, que luego se gesta, se incuba, nace y se desarrolla con los rasgos particulares que cada etnia, civilización o cultura asigna, según su genealogía, idiosincrasia, creencia, filosofías, dogmas.. ¿y cómo no? Según su particular “modus vivendi”, el cual, muchas veces, el mito sostiene como una especie de vademécum, es decir, en muchas sociedades el mito es una “guía” de cómo, cuándo y dónde se debe hacer o no hacer. ¡En fin! El mito, aún visto como una unidad corpórea, es un “ente” vivo y orgánico de carácter universal, que se desarrolla en y con el tiempo, en todas las facetas de nuestra vida, aun incluso, en nuestras sociedades, aparentemente desacralizadas de todo “contenido mítico”. Esto es lo que muy hábilmente Patrick Harpur dilucida en su libro, así, nos cuenta que ese “fuego secreto” es una tea sempiterna que se indilga con la esencia humana y su manifestación no es otra que el mito. Para ello nuestro autor se vale de un despliegue sapiencial asaz copioso que va desde diferentes mitologías antiguas: la griega, la romana, la celta, la hindú, la babilónica, e incluso la de los indios americanos; diversas posturas filosóficas de la Antigüedad y hasta contemporáneas; de postulados alquímicos; de la magia renacentista, de las teorías junguianas encausadas en el símbolo y en el inconsciente colectivo; el chamanismo; el mundo feérico; escuelas literarias, y un largo etcétera de una amalgama cultural vastísima que va formando y perfilando su tesis: Que la “naturaleza del mito” es tal que no se puede descontextualizar de ninguna vida humana, y que por muy alejados o desacralizados que nos encontremos, es imperioso regresar a ese estado primigenio (que él no encuentra nada ingenuo) del “hombre-mito”, es decir, aquel estado hierático identificado con los orígenes en el que el «Ser» solo era el «Ser» sin más “explicación” que su entorno, el cual comprende toda una cosmovisión; que el mito, más que “explicar”, fundamenta la vida «in illo tempore» y, por tanto, halla su pureza más allá de nuestra cognición: en nuestro inconsciente. El libro de Harpur me fue de mucha ayuda en aquel entonces para organizar mis ideas en cuanto a las funciones arquetípicas del mito, en la concepción del mito como un organismo vivo que se desarrolla con y a través de nosotros, también, a contemplar la idea del mito en diferentes imaginarios tanto de las civilizaciones antiguas como contemporáneas, en fin, es un excelente recorrido por todos los derroteros de la evolución de la mitología y de lo que en ella está implícito y que muchas veces no sabemos dilucidar a simple vista. El libro, es un viaje enriquecedor muy ameno que nos invita a encontrar nuestros orígenes, vivos en el mito, y que solemos olvidar o ignorar por completo.


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