Los seis relatos que componen este volumen son quizá los ejemplos más perfectos de poesía narrativa que Camus nos ha dejado. Animados, y al mismo tiempo acechados, por ese soplo terrible del desierto nordafricano que presidió la formación del escritor, aun cuando éste traspasa ese influjo a una metafórica selva sudamericana. Estos relatos de inquietud existencial y moral aparecen encarnados en una prosa cuya precisión y elegancia pertenecen a la tradición clásica de las letras francesas y brillan en ellos el intenso estilo de quien fue indiscutido maestro hacia la mitad del siglo por su teatro (El malentendido, Calígula), sus ensayos (El hombre rebelde, El mito de Sísifo, El revés y el derecho), su ficción (El extranjero, La caída, La peste). Algunos de los relatos de este volumen son desesperanzadas y punzantes parábolas que resumen la grandeza y la miseria de la condición humana.
En los relatos hay una búsqueda del sentido, algunos buscan un dios, un lugar o un orden moral. Los personajes se debaten entre mantenerse en un mundo o pasar a otro: el artista que necesita dejar de lado el mundo social para dar espacio a su arte, el personaje de Los mudos que quiere irse al mar, Janine que parece encontrar en el desierto su propio ser, el ingeniero que encuentra su lugar en un mundo muy diferente al suyo, el conversor convertido que pasa a defender el mundo que fue a conquistar con su fe, o el huésped que se debate cómo actuar en un mundo en crisis. En los 6 relatos hay un lucha interna que solo depende de los protagonistas. Cada personaje debe decidir qué hacer, la responsabilidad recae, sin excusas, sobre cada uno de ellos. Pero no son problemas abstractos sin contacto con el exterior, al contrario, los personajes se desenvuelven en situaciones conflictivas, hay luchas de poderes en el medio de colonias, fronteras, y diferentes jerarquías. También hay que prestar atención a la naturaleza, los personajes son atraídos hacia las diferentes manifestaciones de la naturaleza ya sea en una ciudad, un desierto o una selva. Además, si partimos del título se puede pensar que si hay un exilio tiene que haber un retorno hacia algún lugar o hacia uno mismo; o por el contrario, un absoluto desencanto, como si el hecho del exilio impidiera la llegada a cualquier reino. El exilio significa salir de un lugar de pertenencia pero también de uno mismo. Por eso algunos personajes se buscan y quieren encontrarse a sí mismos. En general, me gustó y creo que los relatos tienen un valor más filosófico que narrativo. Rescato el debate interno y la búsqueda de sentidos de los personajes camusianos que intentan buscar un orden de valores que les permita vivir en un mundo en crisis.