EL ELEFANTE BLANCO ROBADO

Divertidísimo. El mejor cuento de mi vida, y que me quemen por hereje. Ni Chejov, ni Cortazar, ni Zweig, o peor, ni cualquier elitista pensador. Cuando lo absurdo se utiliza con inteligencia (la que se tiene y no la que se autoproclama) con finura, y con gracia, supera el nivel de cualquier drama. Es más fácil hacer llorar que reír. Twain saca de la chistera de su genialidad una delirante parodia policial. Un elefante desaparece en su escala en Nueva York. El inspector, inepto y corrupto pero tildado de genio de la investigación, pondrá a buscar a todo un ejército de detectives. En forma de telegramas estos perspicaces investigadores ( a cual más tonto) irán reportando los resultados de sus pesquisas llegando a situar al paquidermo en distintos lugares del país ( y mira que es grande) al mismo tiempo. Excepcionales policías ( nótese la ironía) rastreando huellas y detalles como si se precisara una lupa para encontrar al bicho, o las situaciones absurdas en las que será visto el animalito ( casi un asesino masivo y en serie) harán las delicias del lector. No precisa más Twain que su lúcida imaginación para llevarnos al desorden y al caos. Me he reído a gusto, de esa forma accidental, espontánea de la que sin aviso y sin querer hasta se te escapa un pedo...o casi. ¿ Se puede decir pedo en Alibrate? Si queréis saber como se comporta un elefante, en un funeral ( entre otras cosas), no dejéis de leerlo. Eso sí, como precaución, tened a mano un ambientador por si se os cae algo. El librito contiene otro interesante relato que se desarrolla en la más casposa Londres y que tiene como protagonista un billete de un millón de libras y una apuesta sobre la utilidad o no del mismo. Una auténtica delicia literaria en la que vale muy mucho la pena perderse.

¡Cómo habrá disfrutado el amigo Twain escribiendo estas maldades! La crítica social inteligente hecha con tono satírico y pensada para que el lector saque si quiere sus propias conclusiones, pero asegurando que va a gozar leyendo lo que ofrece en sus pícaras páginas. Veamos de qué va la trama. El rey de Siam cree que con un buen regalo podrá hacer las paces con la reina de Inglaterra. Y el regalo es enorme, tiene trompa, se mueve y ostenta un lindo color blanco. El problema es que en la escala hecha en el puerto de Nueva York, el regalo es robado y el pobre funcionario a cargo, desfallece de preocupación. ¿Qué hacer? Acudir a la policía, sin duda. Sólo ellos con su enorme sagacidad pueden solucionar el enigma y dar con el regalo de la reina, según indica el incomparable y casi divino jefe Blunt. Entre el afligido funcionario y el jefe de los detectives se genera una gran relación. A través de ella, se va dando curso a una trama policial, en que la incompetencia y la corrupción jamás serán parte del modus operandi de los sacrificados detectives… o tal vez sí... ¿Y cómo se llama este elefante? Consulta el sagaz detective Blunt: Hassan Ben Ali Ben Selim Abdallah Mohamed Moisé AIhammal Jamsetjeejebhoy Dhuiep Sultan Ebu Bhudpoor. -Muy bien. ¿El nombre de bautismo? -Jumbo. Así no más son los diálogos... Bendito regalo. ¿Aparecerá finalmente? ¿Llegará a pasearse por los parques de la reina?

Un regalo que es robado a medio camino, ¡un elefante blanco!, la reina de inglaterra deberá esperar el regalo de paz del rey de Siam. La cuestión es que el detective Blunt a cargo del caso luego de hacer una serie de disparatadas preguntas al encargado de transportar tan valioso regalo, se encarga de dar mil ordenes absurdas que desatan una seguidilla de alocadas situaciones. Un relato que te divierte y te muestra que no debes confiar ciegamente porque puedes terminar peor que antes. Pobre funcionario víctima de los acontecimientos y pobre elefante blanco culpado de tantos estragos.

Un cuento lleno de un humor sarcástico y ácido que roza el surrealismo. Muy muy divertido, y a la vez una crítica demoledora al sistema burocrático. Es un texto cortito, adecuado para cualquiera que quiera reírse un rato.

La irónica, burlona, sarcástica, risible confrontación o convergencia de varios elefantes blancos. Tenemos en esta esquina al reino de Siam, en esta otra al reino de Inglaterra, pero en esta otra pondremos a la policía de Nueva York y por último las relaciones diplomáticas en un típico todos contra todos, incluidos público, y por supuesto con una gran cobertura publicitaria. Hilarantemente, el referee será la ciudad de Nueva York representada por el jefe Blunt. Con la mano metida en el bolsillo del agregado diplomático...y la otra en el suyo propio. Eso si, ofertando regalías, digamos, los momios están a las altas. El elefante pues, parafraseando a Murakami, desaparece, aparece y vuelve a desaparecer. Al final el resultado termina en un triste empate con sabor a derrota. Excepto para el jefe Blunt, quien, a pesar de todo sale en hombros, vitoreado, y con orejas y rabo, mientras el agregado cultural lleva también el rabo, pero el suyo entre las patas... Típico ejemplo de un tópico ejemplar, la ineficacia de todos aquellos elefantes blancos que pululan por las notas periodísticas desde los no tan lejanos tiempos de Twain hasta la fecha. Al más puro estilo Rashomon, cada uno tiene sostiene y mantiene su teoría, y el único que sabe todo es Blunt con el bolsillo lleno y la conciencia vacía.. Viva el rey de Siam. Viva la reina de Inglaterra y sírvase el circo de Barnum con la cuchara grande. “ el astuto policía descubre con su olfato, la rubia se entendía con el hombre del piano “

Si bien sus relatos se caracterizan por ingeniosos, este es muy divertido, quien lo pueda leer lo disfrutará demasiado, sobre todo la parte de los telegramas