Todos en la aldea coinciden: Adara es una niña rara, una niña del invierno. Nació la peor helada que se recuerda y el frío se quedó para siempre con ella. Es fácil verla pasear sola por los campos helados o construir imaginarios castillos de arena y hielo. Nada lo sabe, pero espera, impaciente, la visita del dragón de hielo. Adara no puede entender por qué todos le temen tanto si para ella es su mejor compañero de juegos. Con él se olvida de que el eterno enemigo del norte se acerca peligrosamente a la aldea y lo mejor sería huir a las tierras cálidas del sur...George R.R. Martin, mundialmente conocido por su saga de literatura fantástica Canción de hielo y fuego, nos ofrece este conmovedor relato de una amistad que puede con todas las barreras.
Cuento malo. De esos que le contamos a nuestros hijos o nietos, improvisando disparates y tomando giros inesperados que caen en el aburrimiento. La redundancia es condimento de mediocridad. Algo como “era una niña de invierno, fría, como el invierno más frío, el un dragón de hielo, de eso hielos helados de un invierno frío. ¿Quieren pruebas? Cuenten las veces que repite estas dos palabras: invierno, frío. Oiga Don George, que los niños no son tontos. Le doy una estrella por el esfuerzo. FS/15042020