Escribir este libro ha sido para mí como un viaje en el que lo más importante, como ya sabemos desde Homero, no ha sido el destino sino el trayecto. Un viaje en el que he conversado con algunas de las personas que más han meditado sobre los derechos de los animales en España, desde filósofos a activistas, para aprender de ellos. Un viaje también a través de mi propia memoria, de lecturas que han conformado lo que soy, en busca de respuestas. La intención, aparte de la necesidad que uno siente de escribir y de contar, no es tanto que el lector se haga vegetariano (o sí, si así lo decide) como que cambie la mirada que tiene hacia los animales más próximos, los que acaban en nuestro plato. Que deje de verlos como un producto, una mercancía, algo que no siente ni padece, como un objeto que nunca tuvo vida, sin pasado, presente, ni por supuesto futuro.
...sólo vemos aquello que miramos. Y mirar es un acto de elección... Y qué verdad es. Quizás esperaba de éste libro un relato más personal de cómo alguien se puede hacer vegano. Aporta pequeños datos que no son ningún misterio para quien haya profundizado un poco en el tema. Sí que es cierto que para quien, aún, esté empezando en el veganismo/vegetarianismo puede ser un primer paso. Los inicios de capítulos tienen citas súper interesantes.