Nuestra prolongada experiencia docente en el ámbito del Derecho penal nos ha llevado al convencimiento común de que la transmisión de la teoría jurídica del delito en toda su complejidad y abstracción requiere una intervención activa por parte de quien recibe la enseñanza que resulta imposible alcanzar mediante la mera relación teórica de los conocimientos elaborados por la dogmática jurídico-penal. Difícilmente el alumno puede sentirse atraído por una sucesión de áridas teorías que únicamente incentivan una memorización irreflexiva incompatible con la comprensión de la verdadera naturaleza y función del Derecho penal como instrumento de solución de conflictos reales presentes en la vida cotidiana. Parece entonces que hay que optar por vías que permitan una aproximación a la dogmática jurídico-penal capaz de hacer entender a quien la estudia que el bagaje teórico que la caracteriza no es más que la herramienta necesaria para llegar a soluciones coherentes y adecuadas a los problemas que constituyen el objeto de nuestra disciplina.