Publicados inicialmente en forma de libro en 1904, los cuentos que integran este volumen constituyen el primer éxito literario del genial Horacio Quiroga. En ellos está presente la influencia reconocida y reconocible de Edgar Allan Poe, y en sus páginas cristalizan con carácter inaugural los temas que marcarían la vida y la obra del autor durante toda su existencia, como lo inevitable de la fatalidad, el acoso de la locura o el gusto por lo extraño, lo sorpresivo y lo macabro. «Lo que hace magistralmente Horacio Quiroga», escribió Jorge Lafforgue, «es contar ese momento donde la muerte te está tocando los talones». Quiroga, uno de los maestros indiscutibles del relato corto latinoamericano, dejó escritas algunas de las narraciones más admirables, sobrecogedoras y trascendentales de la narrativa en español del siglo XX.
"Poe era en aquella época el único autor que yo leía. Ese maldito loco había llegado a dominarme por completo". Este conjunto de cuentos fueron publicados en 1904, fue el segundo libro publicado por el autor, y en él podemos vislumbrar los temas que van a marcar su escritura. Si bien no llegan a la perfección de sus cuentos posteriores, los más conocidos, ya se empieza a perfilar el universo del autor. Temas como la locura, el amor desmedido, las relaciones tóxicas, la muerte, el gusto por lo extraño, lo sorpresivo y lo macabro. "Lo que hace magistralmente Horacio Quiroga", escribió Jorge Lafforgue, "es contar ese momento donde la muerte te está tocando los talones". Influenciado por Edgar Alan Poe, el cuento que da título al libro es una reescritura de La barrica del amontillado en clave porteña, donde a partir de la lectura del cuento, el narrador va desarrollando una obsesión dificil de manejar. Los cuentos Rea Silvia y Corto poema para María Angélica el tratan sobre relaciones pedófilas, cubiertas por un halo que hace más digerible la lectura. Historia de Estilicón se alza como uno de los mejores cuentos, otro homenaje a Poe,relato en el cual las relaciones perversas de los personajes se contraponen a la impasibilidad del narrador. El haschich trata sobre la propia experiencia de Quiroga con dicha droga. Idilio y El 2° y el 8° número retratan relaciones sádicas. Muy interesante la posición del narrador a lo largo de todos los relatos, de una pulcritud que asusta, como si fuera un científico. Un manojo de relatos, que si bien no son perfectos, no pasan desapercibidos, al contrario, no dejan de sorprender.