Una obra sobre filosofía política, trata sobre la libertad e igualdad de los seres humanos bajo un Estado instituido por medio de un contrato social. En toda la historia de las ideas políticas no existe ninguna obra que haya ejercido un influjo comparable sobre el pensamiento político democrático al que ha tenido y sigue teniendo el Contrato social (1762) de Jean Jacques Rousseau (1712-1778). El propio autor resume así su propósito al escribirla: Quiero averiguar si puede haber en el poder civil alguna regla de administración legítima y segura tomando a los hombres tal como son y a las leyes tal como pueden ser. Procuraré aliar siempre, en esta indagación, lo que la ley permite con lo que el interés prescribe, a fin de que la justicia y la utilidad no se hallen separadas. El resultado será, en palabras de Fernando de los Ríos (1879-1947), traductor de esta edición: un libro de valor eterno que al plantearse los problemas de la vida civil lo hace sobre tales bases, que siempre habrán de necesitar ser o confirmadas o contradichas y, en todo caso, nadie podrá dejarlas de tomar como punto de referencia. La concepción rusoniana de la democracia y su incorporación al constitucionalismo requiere hoy, sin duda, una lectura crítica; para ella prepara el prólogo a esta edición Manuel Tuñón de Lara.
El hombre ha nacido libre y, sin embargo, por todas partes se encuentra encadenado.
El poder legislativo es el corazón del Estado; el poder ejecutivo, el cerebro que da movimiento a todas las partes. El cerebro puede sufrir una parálisis y el individuo seguir viviendo. Un hombre se queda imbécil y vive; más en cuanto el corazón cesa en sus funciones, muere.
Si fuese príncipe o legislador no perdería el tiempo diciendo lo que se debe hacer: lo haría o me callaría.
Quien quiere conservar su vida a expensas de los demás debe darla también por ellos cuando sea necesario