De este libro me ha gustado sobre todo conocer a Mary Ann, una mujer que fue todo humanidad, una luchadora incansable por los derechos de las personas refugiadas, con una enorme fe en la bondad y en las posibilidades de los seres humanos para salir adelante. El club lo conforman la propia Mary Ann y su hijo Will, dos apasionados de los libros que se afanan en leer juntos a raíz de la enfermedad de ella. Me destaca especialmente un mensaje que transmite esta obra y que recoge el autor, Will, justo al final y del que doy fe después de 15 años gestionando un club de lectura : “Mi madre también nos enseñó….que los libros pueden ser el modo de intimar, y de seguir cerca,.. “ Quién se acerque al libro deberá hacerlo abierto a dejarse tocar por las personas que lo protagonizan y la relación entre ambos, sin más y sin menos.
¿Cuáles serán los libros que leamos al fin de nuestras vidas? Ser lectores, de eso se trata, como en goodreads, que riqueza si compartimos nuestras "opiniones"y sugerencias! En el tiempo que pase leyendo este libro, leí y "conseguí" las lecturas compartidas entre esta madre e hijo, y participé, junto con ellos en su vida, agonía y muerte, al parecer una experiencia "no agradable"pero sin embargo, plena de sabiduría y espíritu humano. Uno no quiere "terminar" este libro, ni la lecturas que se mezclan con la "eternidad" de la experiencia vital, que incluye la muerte.