En la Escritura encontramos varios textos que nos muestran cómo el ser humano queda ciego, ensombrecido o abatido, ya que al vivir la ausencia de Dios no se encuentra consigo mismo y, por lo tanto, tampoco con sus hermanos. Pero el encuentro con Jesús, luz del mundo, cura de la ceguera y conduce hacia la auténtica fe liberadora.