En 1939, Gustav Kleinmann, un tapicero judío de Viena, fue capturado por los nazis. Junto a Fritz, su hijo adolescente, fueron mandados al campo de Buchenwald, en Alemania. Empieza así una desgarradora historia en la que sus protagonistas serán víctimas del hambre y de las palizas, mientras participan como mano de obra en la construcción del mismo campo de concentración en el que permanecerán cautivos.Cuando Gustav reciba la noticia de su traslado a Auschwitz, una segura sentencia de muerte, su hijo Fritz hará todo lo posible por no separarse de su padre y seguirlo hasta Polonia.Ante el horror cotidiano del que serán testigos, solo una fuerza les mantendrá con vida: el amor entre un padre y su hijo. Basado en el diario secreto que Gustav escribió durante los seis años de cautiverio, así como en entrevistas con miembros de la familia y supervivientes, este libro emerge como un extraordinario relato de coraje, lealtad y supervivencia.
Me hizo estremecer cuánta suerte corrieron ambos para sobrevivir, no solo fue cuestión de astucia, en algunos casos la suerte jugó un papel importante
Es una historia real donde se resalta el claro ejemplo del verdadero amor de un hijo a un padre, es una historia trágica , de resistencia, valor y mucho sufrimiento, una historia que merece ser conocida
Sin palabras. Veía muchos comentarios que decían que era una historia muy pesada, puede que por la falta de diálogo. A mi me ha encantado, me ha durado nada entre las manos. Es un libro duro, pero con mucha información contrastada detrás, dando muchos detalles sobre el horror que tuvo que pasar esta familia, todo lo que perdieron por el camino, todo lo que tuvieron que dejar y todo lo que pasaron durante esos años. Si os gusta leer sobre esta época y sobre el holocausto, este libro no puede faltar entre vuestros leídos.
Una buena crónica de una historia real de la que anteriormente se ha hablado mucho y que debe seguir estando en boca de todos. Una realidad muy dura, que debido a la importancia de lo que se cuenta se aleja un poco de los sentimientos de todos los personajes de la novela. Como he leído en otras reseñas, yo también empecé buscando las reseñas, pero lo dejé de hacer a medida que avanzaba la trama.
Hacía falta fortaleza de carácter para compartir y amar en un mundo en el que el egoísmo y el odio eran el pan de cada día.
Al principio tenían que ir de pie, pero, a medida que pasaban los días, el frío los iba matando y cada vez había más sitio para sentarse. Los vivos amontonaron los cuerpos en un rincón del vagón y les cogieron la ropa para calentarse.
Pasara lo que pasara en el mundo, por muy cerca que estuviera el peligro, la vida seguía y ¿qué podían hacer, sino vivirla?
Sí, es el olor, la peste del campo de exterminio, lo que te quema en las fosas nasales y en la memoria. Siempre podré oler Mauthausen.
Les decían a los prisioneros que no tenían nada que temer si decían la verdad. Como sabían perfectamente que era mentira, ellos siguieron negando haber visto nada. Su silencio no los salvó, los mataron a todos.