En otoño de 2004, la arqueóloga sueca Louise Cantor, que dirige unas excavaciones en el Peloponeso, se dispone a regresar a su país por unos días. Arde en deseos de ver a su hijo Henrik, que vive en Estocolmo. Ya en Suecia, cuando entre en el apartamento de Henrik, extrañamente silencioso, se enfrentará a algo que tardará en asimilar: su hijo está muerto.
Buena novela. Te atrapa desde el inicio y durante su desarrollo te mantiene en suspenso. El final, nada predecible tomando como referencias las diferentes aristas que se desarrollan durante la trama. El autor, con un lenguaje simple, te transporta a ciudades como Estocolmo, Barcelona o Mozambique, describiendo perfectamente las condiciones climatológicas, hechos y costumbres de estas ciudades. Gran parte de la trama es desarrollada en el continente africano. De fondo, no podemos ser indiferentes a las adversidades que imperan en el continente africano.
Bueno que decir, terminé esta novela hace unas horas. No puede despegarme de la historia. Real, actual y muy terrible. Nunca imaginé que pudiera haber tanta desidia y abandono para con Africa. Estremecedora.
Me causa muy buena impresión esta literatura misteriosa. Te sumerjes en terrenos peligrosos. La atmósfera africana que logra Mankell realmente mete miedo. Lectura muy recomendable.
Nadie que no aprenda lo más básico acerca del funcionamiento de un motor y sobre lo que puede reparar por sí mismo debería estar en posesión del permiso de conducir.
Ya se ha olvidado de mí. Para él, ya no existo. Yo no era más que una compañera provisional con la que dormir y mitigar la soledad. Exactamente eso era él para mí.
Cada uno debe constituir su propio movimiento de resistencia. No hay que esperar a que lo hagan los demás. Este mundo horrible exige que cada uno preste su contribución.
La muerte implica no estar más, sólo eso. Lo aterrador, lo horrendo, a posteriori, es que la muerte atacase tan al azar.
Aquel que, en secreto, arroja luz sobre los rincones más oscuros, nunca sabe lo que va a encontrar.