Pero usted es un hombre sabio... -No, Bachir, no soy sabio. Solo soy un hombre ha logrado aprender algunas cosas. La negación de Jamida no convenció al chico, que seguía contemplando el cielo mientras escuchaba atento la charla del anciano. Cuando acabó, volvió a interesarse por las luces: -¿Todas las estrellas tienen nombre? -Las más importantes, sí. -¿Y usted cómo las conoce? -Cuando yo era niño, mi padre me enseñó a orientarme en las noches sin luna a partir de las estrellas. Él sabía unos pocos nombres. Muchos años después, mientras hacía guardia en mi trinchera y compartía el té con mis compañeros, alguien me descubrió los nombres que se utilizan en la actualidad.