Las mujeres de más de cincuenta años ya constituyen uno de los grupos de población más amplios en el mundo occidental. Con la creciente icorporación de la mujer a todos los ámbitos de la vida pública, el fin de su etapa reproductiva no marca con la rotundidad de antaño la pérdida de su rol principal.Pese a la evolución de las definiciones de la femineidad a lo largo de los tiempos, éstas siguen connstituyendo un rígido corsé que suele adaptarse mal a las experiencias de la mujer madura.