La joven Isabelle du Moulin vive fascinada por el profundo color azul de la hornacina de la Virgen de la iglesia del pueblo. Son malos tiempos para admirar un icono católico: en la Francia del siglo XVI, el protestantismo libra una lucha feroz contra la vieja religión romana… Un día, mientras la observa extasiada, el reflejo del sol le vuelve súbitamente el cabello rojo. No puede saber entonces de qué modo esos dos colores, el rojo de su pelo y el azul de la Virgen, marcarán su vida. Cuatrocientos años más tarde, Ella Turner llega al mismo pueblo. Guiada por unos extraños sueños y con la ayuda del bibliotecario, buscará el rastro del pasado hasta desentrañar el secreto familiar que ha permanecido escondido durante siglos.
Me ha encantado. Son dos historias conmovedoras (una situada en el presente, y otra en el siglo XVI). Novela muy colorista.
Alzaron la vista y sonrieron alegres, una esperanza iluminándoles la cara. Su ingenuidad me resultó penosa.
Toda una historia. Podría contar una historia completa..., llenando algunos huecos aquí y allá. Es como si llevara otra vida completamente distinta; una vida de la que no sabes nada en absoluto.
Fue la primera vez que tuve el sueño. Empezaba por un parpadeo un movimiento entre la oscuridad y la luz. No era negro, ni tampoco blanco; era azul. Soñaba en azul.
A papá lo movía la ética protestante del trabajo, y la perspectiva de que yo careciera de empleo le ponía nervioso.
El vientre de la mujer marcaba una curva incipiente bajo el elegante vestido negro. Embarazo de cinco meses, pensé de manera maquinal, y muy bien llevado.