Un magistral relato verídico sobre el Asesino del Estado Dorado, el asesino que aterrorizó a California durante más de una década, de Michelle McNamara, una periodista de gran talento que falleció trágicamente mientras investigaba el caso. En el transcurso de más de diez años, un misterioso y violento depredador cometió cincuenta agresiones sexuales en el norte de Calif ornia antes de trasladarse al sur, donde perpetró diez sádicos asesinatos. En 1986 desapareció, evitando que lo detuvieran múltiples organismos policiales y algunos de los mejores inspectores de la zona. Tres décadas después, Michelle McNamara, periodista especializada en crímenes reales que creó el popular sitio web Diario de Crímenes Reales, decidió dar con el violento psicópata que ella bautizó como «el Asesino del Estado Dorado». Michelle estudió informes policiales, entrevistó a víctimas y entró a formar parte de comunidades online tan obsesionadas como ella con el caso.
Se trata de un True Crime, la historia verídica de la investigación que se llevó a cabo para atrapar al violador y asesino de Golden State, como así fue conocido. El libro lo desarrolla Michelle McNamara, una periodista que se obsesionó con este caso, recopilando y aportando infinidad de pruebas por cuenta propia, entrevistándose con los policías que participaron en el caso desde sus inicios e incluso visitando los lugares exactos donde ocurrieron los hechos. La primera mitad del libro es muy buena, relata con todo detalle el descubrimiento de las primeras víctimas en sus casas y es tan metódica que he sentido incluso miedo. A partir de ahí la autora fallece por causas naturales (espero no estar haciendo spoiler ) dejando su investigación a medias. El libro lo continúan incluyendo artículos de Michelle publicados en periódicos y manuscritos que guardaba sobre sus indagaciones personales. Evidentemente pierde calidad, deja de ser un libro de investigación personal para convertirse en un proyecto de investigación sin más, dando excesivos nombres, fechas y ubicaciones que me parecen demasiado relleno. Creo que Michelle estaba haciendo un buen trabajo pero se implicó demasiado, nunca debió dejar que este caso la absorbiera tanto como para costarle su propia vida.
Esta no será una reseña per se, más bien les quiero contar acerca de Michelle, la autora. Una periodista que ella misma reconoce estar obsesionada con el caso del asesino de Golden State y que a toda costa quería resolver. Dedicó AÑOS de su vida leyendo más de 3.500 archivos, literal, relacionados con el caso y no porque quisiera llevarse la gloria o el crédito de haber encontrado al asesino simplemente porque quería ver semejante escoria tras las rejas, como muchos. Era una investigadora nata que lastimosamente no vivió para ver ese momento, igualmente quiero decir: Michelle, sí se pudo. Todo tu esfuerzo valió la pena.
Me ha encantado de principio a fin. Evidentemente la historia real es de un sufrimiento terrible para las víctimas, pero está tan bien contado... He sido capaz de empatizar con la escritora. Su ansiedad por no encontrar al asesino, sus ganas de seguir buscando hasta el final, de hacer justicia a las víctimas... Sin duda, mucho mejor que la serie (que también hay que verla ¿eh?).
Quizá no me van este tipo de formatos pero se me hizo un tostón la lectura, tanto que ni lo he acabado... :(
Interesante investigación periodistica sobre un asesino en serie. La autora dedico diez años de su vida, estoy convencida q gran parte de las 24 horas del dia iban antes a esta investigación q a su familia. Meticulosa, escaebaba lo q hiciera falta para buscar algo q se hubiera podido pasar. Lastima q no viviera para saber la identidad del asesino.
"Dos años después, nació mi hija, Alice. Estuve inconsolable durante las dos primeras semanas. «Depresión posparto», les explicaba mi marido a los amigos. Pero no era la tristeza de la madre novata. Era tristeza por mi madre veterana…”
Con mi hija recién nacida en brazos, lo entendi. Entendí cómo es ese amor que te destroza, la sensación de responsabilidad que reduce el mundo a un par de ojos suplicantes. A los treinta y nueve años de edad, entendi por primera vez el amor que me profesaba mi madre.