En El arte de birlibirloque, José Bergamín (Madrid, 1895-San Sebastián, 1983), escribe sobre el toreo como de que « un puro juego inteligible, inteligible juego de prestidigitación»... Cara y cruz, frente a frente, juntas y separadas en el peligro, la muerte y la vida; sombra y sol: como el torero con el toro... si se juntan es para poder separarse; y a la inversa: para ganarlo o perderlo todo; a cara y cruz que es como lo juego uno el todo por el todo».