EL AÑO DEL DILUVIO

Este libro nos narra la historia de Consuelo, monja que administra un Hospital en ruinas e intenta conseguir financiación para convertirlo en un asilo de ancianos. Consuelo que no es una monja nada convencional, es fuerte, decidida y directa se ve envuelta en una aventura que marcó su vida, aventura que coincide el año del diluvio. Me encanta Eduardo Mendoza, aunque debo decir que este libro es el más diferente de los que he leído de él, es más serio por decirlo de alguna manera, aunque sigue teniendo sus tan característicos toques de humor absurdo, aunque menos. Historia corta, que tiene un poco de todo aunque como os he comentado antes hecho de un poco de menos el toque Mendoza en su mayor EXPLENDOR. En resumen que esta bien pero sin más...

La maestría de Mendoza, una vez más, se pone de manifiesto. En este caso, el relato de un historia de amor que nunca pudo cristalizar nada más que en los corazones de sus protagonistas: Augusto Aixelà y Sor Consuelo. La escasa convencionalidad de la monja mantiene el espíritu del relato hasta su postrer final, aunque todo ello comenzase en aquel año del diluvio y el espíritu combativo de la religiosa la condujese a enfrascarse en su misión de vida: la remodelación de un Hospital para convertirlo a un Asilo o Residencia de Ancianos, a los que posteriormente seguirían muchos más.

Eduardo Mendoza nos hace una estupenda narración de un amor imposible entre El Hombre rico del pueblo y Sor Consuelo, una monja que dirige un viejo Hospital que quiere transformar en Asilo o Residencia de ancianos en los tiempos posteriores a la Guerra Civil. Una historia que te seduce y engancha desde el principio al fin. Nos aporta una serie de personajes de aquella época, incluidos los bandoleros o maquis. Quizá nos quiere dar a enterder que el destino es el único responsable de que las cosas sigan su propio camino a pesar de lo que pensemos o sintamos como personas individuales. Una novela muy entretenida.

https://leeleeleerelee.blogspot.com/2021/08/el-ano-del-diluvio.html

No es de lo mejor de Eduardo, pero se deja leer.