Una meditación, a través de un poeta y una ciudad, sobre el sentido de toda una época. A fines de 1935, cuando acaba de fallecer Fernando Pessoa, llega al puerto de Lisboa un barco inglés, Highland Brigade, en el que ha viajado, desde Brasil, Ricardo Reis, uno de los heterónimos del gran poeta portugués. A lo largo de nueve meses cruciales en la historia de Europa, durante los que estalla la guerra de España y se produce la intervención italiana en Abisinia, asistiremos a la última etapa de la vida de Ricardo Reis, en diálogo con el espíritu de Fernando Pessoa que acude a visitarle desde el cementerio en los momentos más inesperados. Es la época de las plumas estilográficas, de las radios Pilot, de las Juventudes Hitlerianas, de los topolinos, en una Lisboa atlántica cuya atmósfera envolvente se convierte en el verdadero protagonista de esta fascinante experiencia narrativa.
Saramago es ese escritor al que me gusta leer para aprender cosas de la vida. Es como un viejo amigo que veo de tanto en tanto y que lo añoro en los intervalos que no coincidimos. Amigo con el que puedo conversar de todas las cosas de la vida y al igual que en esta novela, en el que no importa que la muerte este por medio, un mensaje siempre quedará. 'También yo, pero la soledad no es vivir solo, la soledad es no ser capaz de hacer compañía a alguien o a algo que está en nosotros, la soledad no es un árbol en medio de una llanura donde sólo está él, es la distancia entre la savia profunda y la corteza, entre la hoja y la raíz' 'Creí que lo llamaba la memoria que el mundo tenga de usted, Qué idea tan absurda, querido Reis, el mundo olvida, se lo he dicho ya, el mundo lo olvida todo, Cree que le han olvidado, El mundo olvida tanto que ni siquiera se da cuenta de lo que ha olvidado' 'Se arrepintió de haberla escrito, El arrepentimiento es la cosa más inútil de este mundo, en general quien se dice arrepentido lo único que quiere es conquistar perdón y olvido, en el fondo, cada uno de nosotros continúa satisfecho de sus culpas' 'Se dice que el tiempo no se detiene, que nada para su incesante caminata, y se dice con estas mismas palabras, siempre repetidas, y no obstante no falta quien se impaciente con su lentitud, veinticuatro horas para que pase un día, fíjese, y cuando se llega al final se da uno cuenta de que no ha valido la pena, al día siguiente vuelve a ser igual, sería mejor saltar por encima de las semanas inútiles para vivir una sola hora de plenitud, un minuto fulgurante' Son pequeñas perlas de este admirable autor y de este melancólico y bello libro.
Una sombra en la vida de un hombre que apenas está vivo… Amores que no son… Un país que contempla un momento histórico y trágico para su vecino, posiciones encontradas y adversas. Ricardo Reis será el observador de este momento.
Recorrido por Lisboa de un personaje que está bordeando la vida y la muerte de manera continua. Escrito con la humanidad habitual de Saramago, encandila desde el principio. Buen libro.
… Nosotros, los vivos, sabemos que vamos a morir. - No lo saben, nadie lo sabe, cómo tampoco lo sabía yo cuando vivía, lo que sabemos, eso sí, es que los otros mueren
No se pregunta, pues, al poeta que pensó o sintió. Precisamente para no tener que decirlo compone versos".
Es que la gente nunca se da cuenta de que quien acaba una cosa nunca es aquel que la empezó aunque ambas tengan nombre igual, que es solo eso lo que se mantiene constante, nada más.