EDICTO SIGLO XXI

Entré a este libro sin saber absolutamente nada de él y fue maravilloso encontrarme, después de tanto tiempo, con una distopía.Las personas pueden vivir hasta los 150 años, ya no se puede caminar de forma pacífica por las calles: deben hacerlo a empujones; vivir en una casa es todo un lujo, y la comida está racionada. La solución es que nadie podrá tener hijos durante los próximos treinta años.Carole es ese personaje imprudente que debe existir para que haya un desarrollo. En mi opinión, es egoísta con su empeño de tener un bebé. Ese niño tendría que vivir escondido en un sótano, sin ver la luz del sol, sin poder interactuar con nadie más que sus padres. Pero eso a ella no le importa; quiere ese bebé porque es lo único que la motiva a seguir respirando.Quizás mi inexistente instinto maternal me impide empatizar con ella.Edna es ese acné molesto del que no te puedes deshacer. Su personaje existe para complicar las cosas, y demostrar que el sistema que han creado no funciona, es un engaño del que todos son conscientes pero lo aceptan en silencio: muñecos tan similares a bebés, tan parecidos que cuesta notar una diferencia, pero que si se destroza la cabeza no habrá sangre, solo cableado. El personaje que menos me convenció fue Russ, pareja de Carole. Intentó hacerla entrar en razón pero no lo consiguió, y terminó aceptando el plan. Sin embargo, nunca sentí ese amor hacia su hijo como para arriesgar su vida; las circunstancias lo llevaron a ello y actuó.El mensaje final me gustó. De nada sirve tener una existencia larga si no estás viviendo realmente, es mejor tener unos pocos años y tener el privilegio vivirlos a tu manera.