Ya antes de nacer se observa en los bebés una alternancia entre el estado de vigilia y el de somnolencia; sin embargo, este ritmo de sueño innato no tiene nada que ver con el día y la noche. Los recién nacidos sí saben dormir solos, pero no cuándo y cómo a nosotros nos gustaría. Durante los primeros meses, y a menudo años, nuestro papel como padres consistirá en enseñarles el hábito de dormir y transmitirles una buena higiene del sueño.