En esta novela, la realidad de una época encuentra la voz y las voces -e incluso los rumores, la resonancia y los ecoscapaces de recrearla sin autocompasión, regodeo ni misericordia. Menuda tarea, porque se trata de una época -los años de la última dictadura militar en la Argentinapara la que se suele adoptar un tratamiento de reclamo y de lamento ampliamente justificado, pero que se ha vuelto, acaso debido al abuso, inofensivo y convencional.Martín Kohan desobedece todas las reglas para contar lo que quiere contar. Un médico, un conscripto, un cuaderno con faltas de ortografía: en lo que parece un conjuro, el autor reúne nuevas evidencias de horror y las distribuye o las disimula dentro de una trama con diferentes niveles, que actúa a la vez como coartada dramática y como sutil sistema de alarmas. Logra así poner en escena una verdadera pesadilla.En junio del ´78, mientras la euforia del Mundial de fútbol parecía ofrecer un escenario de compañerismo y de dicha, el ocultamiento, la defección y el eufemismo, instrumentos comunes de opresores y oprimidos, claves de supervivencia o de muerte, encuentran en Dos veces junio la atmósfera perfecta.En este libro extraordinario, Martín Kohan explora una versión clandestina de los hechos que convierte a la ficción en el mejor idioma -tal vez el único- para decir la verdad.
Un colimba ejerce de chofer de un médico del ejército durante la última dictadura argentina. Una noche de junio, en la que se juega el mundial de fútbol del 78, el protagonista tiene que ubicar al doctor Mesiano en el estadio de River para que aclare una cuestión técnica: "¿a partir de qué edad se puede torturar a un niño?" Cuatro años después, tras la pérdida de su hijo en la guerra de Malvinas, el doctor Mesiano recibe la visita de su ex chofer. Una novela que cuestiona, como la banalidad del mal de Arendt, por qué razones y bajo qué auspicio uno puede aceptar el mal. Y esa respuesta es más superficial que lo que uno imagina.