DIOS EMPERADOR DE DUNE

Continuando con la saga de “DUNE”, llegamos hasta esta cuarta entrega. El autor se centra en la figura deificada y mesiánica de Leto Atreides II. Recordemos que al final de “Hijos de Dune”, Leto acepta su destino como divinidad y se transforma a sí mismo en un monstruo del desierto, un híbrido entre hombre y gusano de arena. Destino que su padre había esquivado y que Leto decide hacer en beneficio de la humanidad. Esa “Senda de Oro” que permita acceder a nuevas formas de tecnología, nuevos horizontes (La dispersión). Estilísticamente, se cambia a través de tiempos entere primera y tercera persona, pero es un discurso filosófico muy, muy intenso, es de anotar que si se ha llegado hasta acá, que no sea para detenerse o arredrarse. La saga continua y si se cree que el discurso filosófico, ecológico y político se ha mantenido y se disipara, no!. Continuara y se intensificara. Es el más denso pero a la vez digerible de los libros de la saga. Se empieza a perfilar el cambio de protagonista y las justificaciones que llegan a conducir hacia el tramo final que se plantea desde “Herejes de Dune”. De hecho, es el parteaguas perfecto para cerrar el ciclo de los tres primeros y empezar con el cierre de la saga de los siguientes. Hablo de un “cierre” puesto que los subsiguientes, cambian demasiado el escenario original, haciendo que también cambien escenarios narrativos. Pero bueno, ya me conocéis, esto ultimo es más una opinión personal a partir de la interpretación de la saga.