La profética crónica de una lucha implacable entre viejos y jóvenes. Inesperado precursor de las revueltas estudiantiles, de la guerrilla urbana y hasta del movimiento punk, Diario de la guerra del cerdo es la profética crónica de una lucha implacable entre viejos y jóvenes. Una mañana, Isidro Vidal, jubilado sedentario y benévolo, descubre que el proceso de sustitución generacional se ha acelerado. Hordas de atléticos muchachos recorren Buenos Aires a la caza de viejos débiles y lentos. Obligados a improvisar una desesperada defensa, Vidal y sus amigos deberán aprender a moverse por una ciudad fantasmagórica, apenas iluminada por las antorchas de una guerra invisible, tan real como simbólica. Una guerra que se libra contra grupos rivales pero también contra un enemigo común: el inexorable paso del tiempo. Adolfo Bioy Casares terminó esta novela magistral a principios de 1968. Según declaró en entrevistas, la escribió en un momento en que se sintió envejecer. Quizá por eso su historia no envejece y es tan nueva como la luz de cada día.
Excelente crónica escrita en 1995 que sirve de analogía a la sociedad de hoy y de cómo se trata a los ancianos en pequeñas acciones. Me quedo con una frase que me marcó con mis 26 años : «En esta guerra los chicos matan por odio contra el viejo que van a ser» o «A través de esta guerra (los jóvenes) entendieron de una manera íntima, dolorosa, que todo viejo es el futuro de algún joven. ¡De ellos mismos, tal vez! (…) matar a un viejo equivale a suicidarse»