Después de los campos de concentración nazis, después de Mayo del 68, del Terrorismo, de los fundamentalismos religiosos o del derrumbe del comunismo en 1989, ¿tiene sentido hablar del fin? ¿Del fin de las ideologías, del fin de una época o, incluso, del fin de la Historia? Ante estos interrogantes se suelen adoptar dos actitudes: inventar otro enemigo que amenace el destino del neocapitalismo triunfante o decretar el fin de la Historia y, en consecuencia, de la Política. Encuadernación: Cartoné.