Yo estaba contemplando las decisiones libres de la nieve. En la terraza todo era invierno. ¿Escribir mi leyenda hasta que cielo y tierra sean uno? Un viento con los brazos sin huesos aplica la ceniza de un rito desalmado sobre mis sienes blancas, lisas como una luna. Toda la blanda gloria de pereza aturdida. Afuera gira el mundo equivocado. A veces me pregunto si estoy solo. ¿Cómo robar el ocre a un charco de gasóleo? Si la muerte es terrible, ¿en el suicidio yo puedo alzarme hasta su enorme altura? El suicidio es un monstruo demasiado evidente.