Psmith ha renunciado a su puesto de secretario de un opulento tío, simplemente porque no soportaba el olor a pescado que despedía el lucrativo negocio de éste, y ahora se ofrece públicamente para cualquier clase de trabajo.
Solo hay tres autores que me hayan provocado una sonrisa, casi permanente, mientras hago uso del transporte público con la consiguiente envidia del “público” observador: Jardiel Poncela, Álvaro de Laiglesia y Wodehouse. Son distintos, como no, pero igualmente geniales. Wodehouse es uno de mis escritores de referencia de lo que hemos llamado “humor inglés”. He leído muchos libros suyos y no recuerdo ninguno que no pueda calificar de genial. Cuando tengo dudas de qué leer, Wodehouse es una apuesta segura. Te lo lees de un tirón, sin parar de sonreír. Animo a que alguno, si no lo ha hecho, experimente este fenómeno.