Daniela es guapa, cool y medio frívola. Una mañana despierta y lo último que recuerda es su fiesta de fin de curso. Pero todo es rarísimo; su familia es distinta, la llaman por otro nombre y, cuando se ve en el espejo, se lleva una sorpresa de pesadilla. Sin embargo, no está en una pesadilla, sino en un extraño lío que debe resolver. Durante ese proceso, aprenderá que el interior de la gente no siempre coincide con su apariencia. Por si fuera poco, para guiarla en este viaje insólito tendrá una compañera muy peculiar: su propia muerte.
Es un muy buen libro, toca el tema de la muerte de manera muy cómica y aligera demasiado el pensamiento sobre ella. El desarrollo de Daniela a lo largo de la historia es muy bueno y ciertamente te hace ponerte en los zapatos de ambas.