Dinah Whitcomb aparentemente lo tiene todo. Un esposo amoroso y exitoso, y un hijo joven inteligente y precoz llamado Robbie. Un día, sus mundos se rompen cuando Dinah es atacada y Robbie es llevado al estacionamiento de un centro comercial. Dinah, herida, intenta seguirla, pero es atropellada por la furgoneta del secuestrador, destrozando su cuerpo casi sin posibilidad de reparación.
Una historia dramática, terrible, durísima. Y con un final inquietante, para pensarlo, releerlo y volver a pensarlo. Una redacción magistral. La autora juega con los tiempos, con la velocidad del relato, permanentemente, haciendo que el lector entre en ese juego -ansiedad, vértigo, tenso reposo, etc) sin descanso.