Si el amor es un fluido único que pasa a través de cuerpos sucesivos, esta historia es un fragmento de ese río. Desde la oscuridad del placer afloran unas biografías amorosas que se entrecruzan hasta crear un solo caudal, y arrastrada por su corriente furiosa brilla también en el interior de la carne la hoja de una navaja como la últrima forma que adopta el destino.
Parto de la base de que Manuel Vicent es un escritor impecable pero hay ocasiones como este libro que no entiendo. Después de una narración entretenida y perfecta llega el desenlace y ¡¡zas!! me pierdo. Entiendo los finales abiertos pero no es este el caso. El giro final convierte un muy buen libro, bajo mi opinión, en algo muy simple.