CUENTOS AL AMANECER

Recuerdo muy bien cómo llegué a sus cuentos, fue casualmente (como casi siempre se llega a los libros) que me encontré con una pequeña edición de “Cuentos Rodados” en una desprolija y oscura librería en las inmediaciones de la estación ferroviaria de Lomas de Zamora. Confieso que nunca antes había leído a Mamerto Menapace. Luego vinieron otros libros como CUENTOS AL AMANCER. Descubrí pronto que este sacerdote chaqueño iva camino a ser uno de mis “escritores tenidos en cuenta”. Hay en sus relatos mucha poesía (a modo de un Hugo Mujica), se percibe la “muñeca literaria” y el talento. Generalmente uno descubre escritores (gratos e ingratos) pero en la mayoría de los casos no impactan con contundencia. La experiencia estética de leer a Menapace me trae lejanos recuerdos: cuando leí por primera vez a Tólstoi o a Onetti, por ejemplo. Menapace tiene una prosa desabarrocada y simple, punzante y liberada. Me gusta leerlo. Agradezco descubrirlo. Ciertas veces da sus frutos caminar callejones desolados (de esos donde sólo pernoctan colectivos en desuso) y animarse a entrar por algún pasillo húmedo y poco acogedor para comprar un libro usado y sentir que nos sacamos la lotería al leerlo.