La poesía de Julio Flórez es la expresión del pueblo y de la raza. Sus poemas, fascinados por la oscuridad, por la muerte y por los deseos imposibles, conmovían al público y llenaban escenarios. La fama de Julio Flórez como poeta popular se unía a su pálida figura de bohemio, envuelta en un largo gabán negro, y a las leyendas de su visita a los cementerios en noche de luna, a beber y a recitar versos fúnebres. En todo caso, al margen de la leyenda, su poesía es fluida y melodiosa, con metros, rimas y ritmos pegajosos, que han permanecido en la memoria colectiva. En sus temas predominan la tristeza y la melancolía. Aunque también se encuentra la ironía y el escepticismo que encubrían una actitud crítica y desengañada ante la época que le tocó vivir. Flórez, llamado el "último trovador", es también el compositor de innumerables letras de canciones populares.
Conocí los versos de Julio Flórez, cuando tenía apenas cinco años, esto gracias a que mi abuela se sabía de memoria poemas como Flores Negras, Todo nos llega tarde, Reto, Huyeron las golondrinas y tantos otros, que aprendí también a recitar. Esa oscura cadencia de la palabra hecha música para cantar las tragedias de la vida, las cargas de la existencia y los dolores de la soledad, fueron mis primeros pasos en la poesía, pasos que el tiempo no ha borrado y que todavía me hacen retornar a esa lejana orilla de la infancia tan querida.